Suker aclara la clasificación del Sevilla
Dos genialidades del croata ponen contra las cuerdas a los búlgaros del Botev
Un buen resultado que pudo ser mejor. El Sevilla cambió su imagen ante el débil equipo búlgaro del Botev Plovdiv, pero no fue capaz de sentenciar. Suker marcó la diferencia. Una genialidad del croata en el primer gol y un cabezazo certero desde el lugar donde se cotizan los delanteros fueron las claves del partido. El Sevilla había salido a tumba abierta y, en tan sólo media hora, había desecho la fortaleza búlgara del Potev. Los dos goles, además, se guardarán para la historia.La otra clave del encuentro fue la decisión del portugués Ton¡ de entregar la batuta de mando a su compatriota Peixe. El portugués puso en órbita al Sevilla, con un juego más fluido y repleto de ideas. El esquema sevillista había mantenido hasta ahora la herencia dejada por Luis, pero el barco sevillista necesitaba un golpe de timón para enderezar un rumbo, torcido desde el primero de agosto. Peixe, con la colaboración de Moacir, que aunque a su ritmo ordena cada vez mejor al equipo dieron un nuevo aire al equipo.
El Sevilla arrinconó al Botev sobre su área desde el inicio. Marcos y Rafa Paz con disparos desviados (m. 11 y 21), y Prieto con un cabezazo al poste (m.23), fueron los primeros solistas. El Sevilla recuperaba el balón con prontitud pero los avisos a Vassilev sólo llevaban peligro en jugadas a balón parado y por alto.
El Botev, que evidenciaba graves carencias en el juego aéreo, sólo sucumbió con la entrada en escena del croata Suker. El con junto búlgaro se mostró débil en ataque, ordenado atrás y con pocos recursos.. A pesar de ello, tuvo su oportunidad tras el 1-0, cuando Unzué se tragó un disparo lejano de Shopov que fue a parar al poste.
En el segundo periodo el partido fue más europeo. Los miedos y las reservas se apoderaron del Sevilla. Toni se conformó con el 2-0 y sustituyó a Peixe, quizá fatigado por estar aún en periodo de recuperación. La entrada de Martagón supuso un falso refuerzo defensivo ante un rival que se creció ante el repliegue sevillista.
Suker pudo sentenciar el encuentro en el minuto 59 y también a cinco del final. Pero el croata se "hartó" de balón, tras una jugada de ensueño con tres regates en el área, en la primera jugada y pifió en la segunda. El juego, que fue una sinfonía en el primer periodo, se convirtió en un popurri callejero a partir de entonces.
El público se impacientó, silbó a su equipo y reclamó a su ídolo de cantera: Carlos. Éste devolvió la ilusión a la grada en los ocho últimos minutos, pero la afición se quedó con ganas de que su equipo hubiera sentenciado.
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