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Entrevista:

"El cielo de Madrid es verdaderamente de cine"

Cuando la pasada primaverá el cine Palafox decidió recuperar su mocedad, estaba proyectando la película Tiempos mejores. Tras cinco meses de obras, además de buenos los tiempos serán modernos. El Palafox tiene 29 años y desde ahora tres salas. Roberto Bayón (León, 1952) programa su cartelera. Para la reapertura ha escogido tres títulos: Johnny Mnemonic, Sospechosos habituales y La locura del rey Jorge. En la sala principal los actores vivirán en una pantalla de 18 por 20 metros y hablaran en dolby y digital para los ocupantes de las 1.338 butacas en total. Cuatro sesiones diarias, todas numeradas evitando las aglomeraciones, y permiso para comer palomitas.Pregunta. La moda de las minisalas parece imparable.

Respuesta. Era una reforma obligada. En los últimos años, la parte de arriba estaba casi siempre vacía, un lujo que los empresarios no se pueden permitir y menos en esta zona. Por eso se ha dividido en dos. El público de Madrid responde muy bien a la oferta de títulos, cada vez mayor. Hasta hace muy poco, los grandes cines parecían condenados a convertirse en bingos.

P. ¿Qué tiene de especial la zona de Fuencarral?

R. Indudablemente el público de este núcleo [los otros dos serían Gran Vía y plaza de España] busca títulos comerciales, acude atraído por lanzamientos masivos, pero siempre se puede jugar con la baza de dar un cine más o menos digno dentro de lo comercial. Los aficionados a la versión original son más fieles, más cinéfilos.

P. ¿Usted envidia la Gran Vía?

R. En absoluto. Es una calle que no me gusta para trabajar. Fue la vía dorada del cine madrileño, pero aquello pasó, porque además las salas están bastante descuidadas.

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P. Antes de vivir en Madrid, ¿tuvo usted relación con este cine?

R. Ninguna en especial. Yo venía muchísimo a Madrid como gran aficionado que soy y porque en León trabajaba programando un cineclub. El Alphaville era nuestro templo de Salomón y un buen día nos vinimos unos cuantos amigos en un dos caballos viejísimo, para asistir a una rueda de prensa con Wim Wenders, que promocionaba su película La ciudad blanca. La grúa se llevó nuestro coche y tuvimos que dormir en la calle hasta conseguir dinero para volver.

P. Y, con todo, terminó por vivir aquí.

R. Madrid es la mejor ciudad para vivir y la peor para trabajar, pero la gente siempre compensa. El madrileño es un peatón maravilloso y un pésimo conductor. Entre la contaminación, el clima extremo y no se qué extraña combinación de gases, Madrid tiene un cielo verdaderamente de cine.

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