_
_
_
_
VUELTA 95

La tómbola del podio

La instrumentalización publicitaria provoca el recelo de los directores

Carlos Arribas

Sube el ganador de etapa al podio y allí se pasa su buen cuarto de hora saliendo por una puerta y entrando por otra. Sale después como si hubiera estado en una tómbola de feria, con las manos cargadas de objetos que parecen salidos de la imaginación del Berlanga de Plácido: un jamón, por gentileza de una factoría cárnica; un reloj, entregado por relojerías Paulino en Salamanca; un cheque de gasolina por el asombroso valor de 20.000 pesetas; una cafetera eléctrica; un telefonillo y una mochila.Todo un lote rimbombantemente vendido por un presentador que obliga al vencedor a entrar y salir de escena a su conveniencia. "Y ahora reclamamos en el podio a las señoritas tal y cual para entregar la maravillosa cafetera ofrecida por patatín. Entrega el regalo don no sé cual". Y así hasta la extenuación.

Al otro lado de las vallas, cuatro gatos aplaudiendo. Los donantes, contentos como castañuelas: por dos duros tienen una foto de un deportista famoso publicitando sus bondades comerciales. Los organizadores, otro tanto: se deben a sus anunciantes. Los deportistas y los equipos no lo ven tan claro. No es que desprecien los regalos, lo que pasa es que no les apetece mucho perder ahí el tiempo, sudorosos o con frío, cuando lo que más querrían es irse corriendo al hotel.

Otros tantos, además, creen que la imagen que se ofrece es más propia de otros tiempos de calamidades. El director del Mapei, Juan Fernández, cree que tanto ceremonial, obligatorio por otra parte, es perjudicial para los corredores. "Yo se lo he permitido a los míos hasta ahora, porque por lo menos ha hecho buen tiempo", dice. "Pero el día en que llueva o haga frío, no dejo a los míos subir a esa tómbola".

Los organizadores dicen que el montaje es necesario porque todas las firmas que lo organizan son patrocinadores muy importantes de la Vuelta. Fernández cree que se puede contentar a los socios sin perjudicar a los corredores. "En el Tour o el Giro, se engrandece a los corredores y la importancia de sus victorias limitando al máximo los premios y las, clasificaciones, que en el Tour son sólo general, regularidad y montaña".

La Vuelta vive de la publicidad y el organizador, Unipublic -una empresa publicitaria-, hace lo imposible para que sus anunciantes sean los grandes beneficiarios de todo el montaje. El presupuesto de la ronda española -unos 1.065 millones de pesetas- se cubre con creces con las aportaciones millonarias de El Águila (350 millones de pesetas), Movi Line, DYC, Natwest, TVE, Campofrío, Tissot, Coca Cola, Motorola, Saecó, Cepsa, Fiat y los diferentes ayuntamientos que acogen las etapas. Si siempre se ha dicho que el ciclista es un anuncio ambulante, en la Vuelta es además y simplemente un reclamo para la feria de la publicidad disfrazada de carrera.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_