El Barça agujerea al Getafe
El filial azulgrana da un espectáculo en Las Margaritas
Comenzó el curso futbolístico y en el primer día de clase los chavales del filial azulgrana llegaron a Getafe dispuestos a disfrutar, a pasárselo en grande después de muchas semanas de parón. Sacaron los niños los estuches nuevos, con sus rotuladores de colores y la plastilina, y se lo pasaron bomba. Llenaron de agujeros, hasta seis, a un Getafe que añoró para este arranque a un rival menos juguetón. La diferencia en el campo fue que unos, los catalanes, jugaron para divertirse, y otros, los madrileños, para sobrevivir. Esta vez ganó el desparpajo, el disfrute, la alegría."Éste no es el Barcelona del año pasado, eh", anunciaban los aficionados locales con el objetivo de darse ánimos. Era verdad. El filial azulgrana comenzó la temporada pasada con Jordi Cruyff, Óscar o Ivan de la Peña, excelentes jugadores que ya forman parte del primer equipo. Los nuevos están, pues, por descubrir. Pero el esquema no cambia. El filial del Barcelona calza el mismo número que el primer equipo: la mayoría de los jugadores miran al portero contrario y no al suyo. Tres defensas sacaron los visitantes por cinco los locales. El miedo contra el riesgo.
Y, a partir del minuto 10, cayó la sentencia iba a ganar el riesgo. El azulgrana Celades comenzó a repartir oportunidades para sus compañeros mientras los madrileños aguantaban como podían. Apenas media hora. Christiansen hizo el primer agujero, en el minuto 37 y de ahí al final los azulgrana se pasearon. Patri Torrecilla y sobre todo Jordi (no confundir con Jordi Cruyff), un delantero centro espigado con una gran técnica, bailaron a los jugadores azules. Solo hallaron un muro en su camino los azulgrana: el portero local Caballero. Media docena de paradas del madrileño impidió al Barça B doblar su cuenta de goles.
En el segundo tiempo se relajaron tanto los chavales del Barcelona que el Getafe pudo hacer dos goles. Una anécdota en la fiesta azulgrana. Al final del encuentro, los aficionados locales aplaudieron a ambos equipos. A los visitantes, por su mayúsculo espectáculo; a los suyos, porque es el primer partido y no es cosa de bajar la cabeza al primer bofetón.
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