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Alegría tras la riada

Villarejo 'ahoga' la reciente inundación con una paella gigante

, Villarejo de Salvanés (5.195 habitantes) se ha vestido de fiesta. Diez días después de que sus calles se convirtieran en ríos de lodo y la cosecha de uva se fuera al traste por culpa de una tromba de agua y granizo, la alegría volvió ayer a la localidad, de la mano de las fiestas.Adiós al barro. Las banderitas multicolores y ristras de bombillas engalanan las fachadas. Las tablas de madera están montadas en la plaza y por todas partes se anuncian corridas de toros.

Ayer, a las ocho de la mañana, el comité de festejos y otros voluntarios se juntaban en el matadero para limpiar 50 kilos de mejillones; cortar 10 kilos de cebollas, 20 kilos de pimiento verde y 60 kilos de magro.

A las 12.30, ese cargamento sale rumbo a la plaza del Convento, donde aguardan los otros ingredientes de la paella gigante: 240 kilos de arroz, 200 de pollo, 45 de gambas, 45 de aceite y 60 cubos de agua, entre otros elementos. Todo irá a parar a una paellera de 5,5 metros de diámetro.

Dos horas después, medio pueblo hace cola con cacerolas de varios tamaños para llevarse arroz y vino. La plaza se ha llenado de mesas y sillas plegables, apretadas en la escasa sombra y entre los coches aparcados.

Aurora, de 65 años, ha venido con su marido, sus hijos, y, nietos. "Lo pasamos fenomenalmente. Y esto sólo es el principio de las fiestas. Todavía nos queda hasta el domingo".

La alegría llega después de la tristeza. Hace tan sólo 10 días, nadie pensaba en paellas. El 22 de agosto fue el día del diluvio. Con la tormenta y la granizada caída se echó a perder, toda la cosecha de uva y una tercera parte de la oliva; se inundaron casas y patios, y se destrozaron partes del pavimento en la hora que duró la tromba. "Apenas habrá cosecha, todas las uvas están machacadas", comenta Marcos, de 64 años. "Lo peor es que no tengo asegurado el cultivo", añade. Sin embargo, no se le han quitado las ganas de participar en las fiestas. "El daño no tiene nada que ver con la diversión", afirma. Javier, de 41 años, lo confirma: "Apenas tuvimos tiempo para pensar en la pérdida. Pero a partir del lunes tendremos que ver cómo conseguir ayuda". "Aquí hay parcelas muy pequeñas y el daño se reparte entre todos. Es peor para las 15 o 20 familias que viven sólo del campo", explica el alcalde, José Mayor (IU).

La paella se acaba, la fiesta sigue, y el lodo quedaba ayer para el recuerdo.

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