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El productor de Buñuel prepara un documental sobre su vida

Serge Silberman, el productor de Kurosawa, J. A. Bardem y Jean-Pierre Melville, pero sobre todo productor por antonomasia de Luis Buñuel, se encuentra en la actualidad en España grabando un documental para la televisión sobre la vida del director aragonés, que se estrenará en Cannes 96.Las paradojas de Buñuel, que tendrá como escenarios de rodaje España, Francia, México y EE UU, incluirá entrevistas con diversas personas que trabajaron con él -actores, técnicos, coguionistas-, pero también con alguno de sus grandes admiradores, como Billy Wilder: "Él era sordo de un oído y Buñuel del otro. Cuando el austriaco le preguntó: '¿Por qué rueda siempre para Silberman?', Buñuel le respondió, a gritos: 'Porque es el único productor del que entiendo la voz", bromea Silberman.

"Le conocí en Madrid", recuerda el productor. "Lo primero que quiso saber fue cuál era el último filme que había producido. Le dije que Le trou, de Becker, y él enseguida manifestó su entusiasmo: "¡Es una película formidable, surrealista!". Hoy, Silberman es un hombre agradecido, ya muy mayor, y que sólo quiere producir películas en homenaje de los cineastas con los que ha mantenido una larga amistad. De ahí que ahora haya encargado a Jorge Amat poner en pie Las Paradojas de Buñuel.

En este documental, Amat dice querer servirse de "la escritura automática como materialización del sueño en vigilia", para referirse a una serie de aparentes contradicciones de la obra buñueliana: "Es el más español de los directores, el más aragonés incluso, pero sólo ha hecho tres películas en su país y es un genio reivindicado por mexicanos, franceses y americanos. Es un surrealista, privilegia la imaginación y la espontaneidad y, al mismo tiempo, trabaja con guiones muy bien construidos y tiene el estilo de un clásico. Como cineasta era subversivo y no respetaba ninguna forma de autoridad, pero como hombre era un tipo ordenado, bueno y generoso".

Silberman ha escapado a su destino de judío pobre, a dos campos de concentración, al gueto de Varsovia y a la ruina. "La última vez que me arruiné, Buñuel se enteró y vino a verme. Hizo La voie lactée gratis, para que yo pudiera rehacerme. Decía: 'yo no dejo dinero a los amigos, pero se lo hago ganar'. Y así fue".

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