MÁS VIDAS QUE LOS GATOS
Cuando hace unos meses su esposa le abandonó por desavenencias matrimoniales no podía suponer que su marido terminaría en los tribunales por poner en peligro la vida de sus vecinos por su manía de intentar suicidarse. Un tribunal de Newcastle (centro de Inglaterra) condenó a dos años de prisión menor a Alan Urwin por su séptimo intento de suicidio, que, además de destrozar su vivienda, causó roturas de cristales en las de sus vecinos, con el consiguiente susto para ellos. Tras fracasar tres veces mediante la ingestión de pastillas, al ser descubierto por sus vecinos en una ocasión y otras dos por sus familiares, Urwin decidió electrocutarse. Para ello se envolvió con cables pelados, conectándolos a la red, pero, para su desgracia, la corriente en su casa era sólo de 125 voltios y no bastó para electrocutarle, pero sí para dejar sin luz a sus vecinos. En su búsqueda de nuevas formas de poner fin a sus días, el tenaz suicida pensó en el socorrido sistema de ahorcarse, para lo cual tomó un cable, lo ató a un gancho en el techo de su casa y se arrojó al suelo desde una mesa, pero el cable se partió y sólo consiguió unas magulladuras. Unos días más tarde provocó un escape de gas en su casa, pero el olor alertó a los vecinos, que llegaron. a tiempo de impedir su sexto intento. Desesperado por no ejercer su vocación de suicida Urwin volvió a intentarlo demostrando la condición multiúso del gas doméstico. La séptima intentona no podía fallar: cortó una de las tuberías del gas y pocos minutos después prendió un fósforo, con el resultado de volar el techo de su vivienda, romper cristales en las de los vecinos y sufrir solamente quemaduras leves. Cansados los vecinos, decidieron denunciarle ante los tribunales y avisar a su esposa y otros familiares, para ver si podían hacerle desistir de su actitud.-
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