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Pasiones sexuales entre bastidores

La mezzosoprano Fedora Barbieri desvela el acoso de tenores y empresarios

"En 53 años de carrera he podido actuar con cuatro generaciones de estrellas de la ópera y he llegado a cantar más de 110 óperas diferentes". Con esta contundente declaración, la legendaria mezzosoprano italiana Fedora Barbieri (Trieste, 1920), que ha formado parte del jurado del concurso de canto Jaume Aragall de Torroella de Montgrí (Girona), muestra su célebre temperamento. Y desvela las pasiones sexuales que despertó entre bastidores sin titubeos, ocultando algunos nombres con sabia discreción. "Para triunfar me bastó con mi voz, no necesité ser amante de políticos, empresarios y colegas para conseguir un contrato", proclama orgullosa la cantante.Barbieri asegura que en su época la ópera se vivía apasionadamente. "En la Scala de Milán, antes de empezar la función de Sansón y Dalila, el tenor Ramón Vinay me pidió en el camerino que le diera un beso, le dije que no y le eché a cajas destempladas", explica bajando la voz. "En el segundo acto, Vinay aprovechó la ocasión, colocó sus manos en mi cintura y comenzó a manosearme de arriba abajo. Yo disimulaba y, cuando podía, le decía que se estuviera quieto, pero él se animaba más e intentaba desnudarme. El público creía que actuábamos con mucho realismo, y el gran Víctor de Sabata, que dirigía la orquesta, no se perdía detalle viendo cómo me dejaba casi desnuda. Al terminar tuvimos que salir a saludar 20 veces". Barbieri no desvela lo que pasó al caer el telón, pero asegura que Vinay "era un perfecto caballero y un compañero maravilloso".

Fedora Barbieri recuerda indignada cómo algunos empresarios buscaban sus favores sexuales a cambio de fabulosos contratos. "El intendente del teatro de Lisboa me prometió que si cedía a sus deseos me proporcionaría grandes contratos", dice con rabia la mezzosoprano. "Le contesté que prefería no volver a actuar en su teatro a convertirme en prostituta".

Es casi imposible encontrar a un cantante célebre que no haya actuado con Fedora Barbieri en su medio siglo de vida profesional. En los años cincuenta y sesenta, la época dorada de las grandes voces, provocaba el delirio del público con su excepcional voz y un explosivo temperamento dramático que lucía especialmente en personajes verdianos, como Azucena y Urica.

La cantante italiana lamenta que actualmente se ensaye poco y muchos divos se presenten en en teatro el mismo día de la función. "Cuando María Callas preparaba su primera Medea, de Cherubini, en Florencia, hicimos 20 ensayos al piano antes del ensayo general, y en Norma, de Bellini, Tullio Serafín nos obligaba a Callas y a mí a cantar el dúo de cara a la pared para asegurar una sincronización perfecta", dice.

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