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El Gobierno de los gestos

Ruiz-Gallardón supera su segunda semana al frente de la Comunidad preocupado por atar bien su imagen

Javier Casqueiro

Ni los tradicionales 100 días de margen ni apenas 100 exiguas horas. La primera responsabilidad ejecutiva de Alberto Ruiz-Gallardón, de 36 años, en este caso al mando de la Comunidad de Madrid, se empieza a saldar sin concesiones a las dos semanas de haber tomado posesión del cargo. Ha sido un despegue con freno. La promesa más rutilante del Partido Popular casi no se ha estrenado y ya padece las consecuencias de lo que todavía no ha casi ni pensado. Y más, de lo que no han efectuado por él sus consejeros. Sus gestos, ya suficientes, se analizan como amagos. Ruiz-Gallardón, además, rechaza las treguas. Corrobora que no ha llegado a Madrid de nuevas porque lleva ocho años ante el cargo.Los primeros gestos de Ruiz-Gallardón, hace 15 días y nada más abrir despacho en la Puerta del Sol, sede del Gobierno regional, los dedicó a su familia. Rodeado permanentemente por su esposa, María del Mar Utrera, recordó cordialmente, en otro detalle que no pasó inadvertido, a su predecesor, el socialista Joaquín Leguina, al que ha cuidado con mimo en su despedida.

En su segunda jornada en el poder ofreció otro destello de lo que puede ser su gobierno. Ruiz-Gallardón no quiere ser 3ólo el primer presidente regional del PP. Pretende ejercer también como portavoz de su Ejecutivo. También llevará directamente la negociación de su primera oferta de avanzado carácter estatal: la reforma de la ley electoral para incluir las listas abiertas.

¿Qué mejor portavoz que él mismo?", replican sus colaboradores más íntimos, que presumen de su facilidad para comunicar. Sin embargo, en la dirección del PP observan que esa medida es un grave error y que Ruiz-Gallardón quemará demasiadas toxinas defendiendo cada jueves -tras los Consejos de Gobierno- todos y cada uno de sus innumerables proyectos. De hecho, en su primera conferencia de prensa como presidente estuvo anormalmente tenso, en uno de sus reconodidos mejores terrenos.

El rastreo de los nombres más idóneos para componer su primer Gobierno ha resultado tan traumático como le avecinara precisamente Leguina. "Era lo más jodido", confesaba el ex presidente liberado ya de esa agobiante presión. Ruiz-Gallardón se puso el listón alto al apostar públicamente porque se rodearía de "los mejores".Equipo de selectos

Un equipo de selectos a los que, sin embargo, no podrá corresponder económicamente según su altura profesional en el mercado. Un consejero madrileño gana, mensualmente, 420.000 pesetas netas. Ese sueldo es incompatible con cualquier otra retribución, pública o privada.

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Para atar esos cabos, Ruiz-Gallardón recurrió a dos viveros. Su equipo de siempre y la Universidad Complutense. El equipo de Ruiz-Gallardón lo forman muy pocas personas, las que han atravesado con él dos legislaturas, desde 1987, en el páramo de la oposición.

Antonio Beteta, el portavoz del grupo Popular en la Asamblea de Madrid que se quedó al mando de la nave cuando Ruiz-Gallardón ascendió durante dos años al Senado, es ahora el consejero que muñirá los presupuestos en Hacienda. Jesús Pedroche, su eterno jefe de gabinete, miembro del Opus y pariente político de Manuel Fraga, es el consejero de Presidencia. Luis Eduardo Cortés, uno de sus padrinos políticos, escudero en el PP de Madrid cuándo Ruiz-Gallardón fue secretario general del PP con Fraga, es el consejero encargado de vigilar la aparición de cualquier mancha en la Consejería de Obras Públicas y Transportes, siempre la más tentadora para casos de corrupción.

Ruiz-Gallardón olvidó en ese bagaje un nombre: Carmen Álvarez Arenas. La diputada que se pateó las cuatro esquinas de la región con él en varias campañas electorales. La que batalló en comisiones -hasta la madrugada- los asuntos más peliagudos y oscuros del Gobierno Leguina no aparecía en ninguna relación de responsabilidades. Ni tan siquiera en un grupo parlamentario condenado al rebufo. Oficiosamente se le reservaba la dirección de una empresa pública de gestión de alquileres. Empresa a privatizar.Pero la relegada fue rescatada tras otra operación cosmética. El consejero de Presidencia ofreció a un "1prillante" senador leonés, Alfredo Prada Presa, su viceconsejería. El destinatario del segundo puesto político del Gabinete de Ruiz-Gallardón no llegó a ocupar su cargo, aunque sí su despacho por unas horas. El conocimiento público del pasado político de Prada Presa, vinculado en León al partido antidemocrático Fuerza Nueva, frustró sus esperanzas. La propuesta nunca llegó ni a formalizarse oficialmente y permitió una sustitución "de justicia" por Carmen Álvarez Arenas. La presión periodística aceleró la capacidad de reacción del Ejecutivo de Ruiz-Gallardón, pero esos reflejos, obsesivamente mediáticos, fueron criticados hasta por destacados representantes del PP.

El primer Gobierno de la Comunidad del PP ha suscitado otros recelos. Incluso en su partido. El resto del Ejecutivo, al margen de incorporar la perla progresista de Rosa Posada, ex jefa de gabinete de Adolfo Suárez (UCD), para Salud y Servicios Sociales, procede del entorno de influencia del ex rector de la Universidad Complutense Gustavo Villapalos. De ese filón Villapalos surgió el nuevo consejero de Medio Ambiente y Desarrollo Regional, Carlos Mayor Oreja, de familia bien situada en el PP. Y también Luis Blázquez, ex consejero delegado del Banco Central Hispano, para la Consejería de Economía y Empleo.¿Reducción de altos cargos?

Tras su tercer Consejo de Gobierno, Ruiz-Gallardón anunció la revolución de los altos cargos. Su Administración, asegura, puede funcionar mejor con la mitad de los cuadros que mantenía Leguina. El grueso de esa medida de ahorro, que debía recuperar para inversiones 538 millones al año, consiste en "suprimir" el eslabón de los 48 subdirectores generales. Pero esa supresión no quiere decir eliminación. Los subdirectores, en la Comunidad, son mayoritariamente funcionarios de los niveles más altos. Sus sueldos, por tanto, no desaparecerán.

Y luego está la selección de sus primeras recepciones. Los sindicatos y la patronal -CEIM- fueron los primeros en recibir sus llamadas telefónicas tras ganar las elecciones Concertación. También visitaron los primeros su nuevo despacho. Paz social.El alcalde elegido para romper en Sol el fuego de las reivindicaciones municipalistas tampoco se dejó al azar. El encuentro con José Manuel Ibáñez, regidor socialista de Parla, localidad del cinturón sur, obrero y parado de la región, no estuvo ajeno a la política de símbolos.

Nada se escapa a la preocupación por las buenas maneras. El PP, por expreso deseo de su líder en Madrid, prestó un hueco en la Mesa de la Asamblea, el órgano de gestión del parlamento, a Izquierda Unida. El PP, por mandato de su locomotora electoral, cedió todas las vicepresidencias de las comisiones a políticos de la oposición, y dos presidencias importantes: Vigilancia de las Contrataciones y Presupuestos. El PP, por injerencia directa de Alberto Ruiz-Gallardón, nombrará hoy director general de Telemadrid -la pantalla televisiva de su Gobierno- a un "gestor independiente" de empresas de comunicación que ha trabajado para el grupo PRISA. Pero también para la COPE.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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