El calor, un buen augurio
Lo primero que me llamó la atención al llegar a París fue el calor que hacía. Fue un buen augurio. Ahora tengo esperanzas de que se mantenga toda la semana esa temperatura. Comparto habitación con Aitor Garmendia. Los masajistas son los que nos ajustan en los hoteles: dos por habitación, y, como somos nueve en el equipo, uno se queda solo. Ahora es Uriarte, pero no estará solo todo el Tour, vamos rotándonos.Lo malo de las vísperas es que te da tiempo a pensar en lo que te espera, sobre todo la primera semana, que es lo que más temo. No especialmente el prólogo. Lo que me quita el sueño es la contrarreloj por equipos. Aunque no debería ser así. Todos me dicen que esté tranquilo, que es un día en que poco puedo aportar, en el que tengo que pasar, pero, por mi carácter tan nervioso, pues no las tengo todas conmigo.
De todas formas ya estoy medio tranquilo y, si no pega el viento de costado, no tendría que ir mal. Ya hemos estado viendo el recorrido. Estuvimos como en un entrenamiento de carretera andando en plan tranquilo en pareja.
No lo parece, pero la carretera va poco a poco para arriba. De eso nos dimos cuenta a la vuelta, cuando había zonas en las que no tenías que pedalear. Miguel no habla, pero va acorde al ritmo de los demás.
Éste es mi cuarto Tour. Corrí antes dos en el Festina y uno en el Banesto. Con un líder importante voy más cómodo. Tengo una obligación marcada, que es andar por delante, y así voy más holgado. Por detrás hay que ir más rápido, cada dos por tres cambiando de ritmo, y por delante, aunque tenga que estar más pendiente y pegándome para que no me quiten el sitio, voy más cómodo.
Si me dan a elegir, mejor delante que detrás, aunque me tocará bajar al coche a por agua para los compañeros. Eso está organizado así. Los que tenemos que echar el resto en la montaña hacemos de aguadores en el. llano, y los que trabajan en el llano ya nos subirán el agua luego. Es un trabajo que hacemos todos. Nadie se esconde.
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