España, contra el factor griego

El baloncesto español llama hoy de nuevo a la puerta del paraíso europeo. Se enfrentan Grecia y España (19.00 horas, La 2) en el filo de la navaja de unos cuartos de final que marcan un abismo en el escalafón. El ganador luchará por una de las medallas del Europeo y se clasificará para los Juegos de Atlanta. La propuesta es capital, marca la diferencia entre un equipo de verdadera élite y aquel que deberá seguir en la sala de espera del baloncesto de altos vuelos. Aspira España a redimirse de sus graves tropiezos de los últimos tiempos -9º puesto en Barcelona 92 y 10º en el pasado Mundial- y mantener la velocidad de crucero que le ha permitido estar presente en las cuatro últimas ediciones de los Juegos Olímpicos y en los cuatro últimos mundiales.Se juega España su consagración ante un país que se ha convertido en el motor del baloncesto europeo de los últimos 10 años, que va a contar con el apoyo de 20.000 apasionados e incondicionales aficionados como no los hay en todo el planeta y que busca mantener la eclosión de este deporte en toda Grecia desde que se adjudicó el Europeo, hace ocho años también en Atenas. No sólo eso. El equipo, que sigue contando con tres de aquellos héroes de 1987, el base Yanakis, el alero Cristodulu y el pívot Fasulas, va a tratar de seguir rompiendo sus límites y clasificarse por vez primera en toda su historia para unos Juegos Olímpicos. Va a luchar España contra el exceso elevado a su máxima expresión.

Es, sin embargo, el griego, el segundo rival más asequible de cuantos podía España tener que vérselas. Sólo Italia parecía conceder algunas posibilidades más. Pero Croacia, una de las candidatas al título, se aseguró un primer puesto en el grupo B que le hará jugarse contra los italianos el pase a las semifinales. España ha evitado, gracias a su triunfo por 16 puntos ante Rusia, tanto a Yugoslavia, que se enfrentará a Francia, como a Lituania, que dirimirá el otro puesto entre los cuatro grandes con el equipo ruso.

El griego es un equipo de inferior rango sobre el papel que Yugoslavia, Lituania, Croacia o Rusia. Pero cuenta con bastantes más argumentos que el febril e indesmayable apoyo de sus seguidores. Sus tres veteranos han contagiado a la nueva hornada de jugadores internacionales la garra y el espíritu indomable que les confiere un estilo personal e intransferible. Después de la retirada de un mito como Galis, el baloncesto griego ha seguido creciendo y ha dado a luz a jugadores ya consolidados en la élite, como los pívots Rentzias (19 años y 2,12 metros), Economu (22 y 2,06) o Agelidis (26 y 2,08), los aleros Sigalas (23 y 2,00) y Alvertis (21 y 2,05).

El arsenal griego debe valorarse en su justa y todavía no del todo calibrada medida y que no se relame a frustración de no poder contar con un cañonero como Galakteros, lesionado. Es un grupo que ha superado este y otros muchos problemas, como la destitución, pocas horas antes del inicio del último Mundial, de su anterior seleccionador debido a sus desavenencias con Fasulas.

Se ha aferrado Grecia en el Europeo a su fortaleza defensiva. Ha perdido en la primera fase dos partidos, ante Yugoslavia (84-80 tras una prórroga) y ante Lituania (89-73), pero superó después a Italia (67-61), Suecia (86-68), Israel (59-49) y Alemania (83-79). Se va a encontrar hoy España -que mantiene la duda de Orenga, con un esguince en un tobillo- con un equipo que defiende de forma mucho más agresiva a como lo han hecho todos los rivales que ha tenido hasta ahora. Va a ser el de España un desafío contra un rival indomable y un público desenfrenado y que roza el exceso. Ferran deberá transmitir la memoria histórica a sus compañeros y recordarles cómo. ante un equipo y un ambiente, si cabe aún más difíciles, ganó España en el Europeo de 1987.