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GENTE

APARECIÓ EL PRESUNTO LADRÓN

En esta ocasión el responsable no era el mayordomo, ni la premisa fundamental para aclarar un delito de cherchez la femme hubiera servido de nada. En este caso el crimen, el robo de una talla del siglo XVIII reproduciendo al mitológico arcángel san Miguel en actitud desafiante ante el Maligno, ha quedado resuelto con la confesión, ante el juez, del propio caco. Se trata del cura responsable de la parroquia de Morata de Jiloca (Zaragoza) y cuyos feligreses llevaban ya un tiempo con la mosca detrás de la oreja por la dilación y las respuestas esquivas que su pastor espiritual les dio cuando pretendieron de nunciar la sustracción. La desaparición de su santo fue descubierta por las beatas ocupadas en la limpieza de la iglesia al principio de la primavera. Pese a la diletante actitud de don Emiliano, el cura titular, por fin el hecho se denunció en el cuartelillo de la vecina Maluenda. El sacerdote alegó entonces que le habían sido robadas de su vehículo las llaves de la iglesia. El dolor de contricción pudo más que los beneficios obtenidos en el expolio (unas 65.000 pesetas) y tras confesarse con sus superiores, el cura fue a ponerse en paz con el juez. La talla estaba en la parroquia para protegerla del saqueo sufrido por sus compañeros de retablo en la ermita de Alcarrás donde estaba ubicado. Por el momento, el clérigo, aunque en grado de presunto, ha sido ya apartado de sus funciones pastorales por el obispo de Tarazona, preocupado, sobre todo, por evitar la trascendencia del mal ejemplo de su oveja descarriada.-

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