Agria despedida de Koeman

El telón liguero se desplomó sobre el Camp Nou como una losa. Ni siquiera respetó la carrocería de Koeman. El colectivo de Cruyff, el Dream Team, cayó sepultado desde el portero al extremo izquierdo. Un 0-1 contra el Albacete que huye de la promoción no admite matices. No hubo, sin embargo, ni una sola queja. El silencio cubrió el estadio como si de un funeral se tratara.La hinchada lleva ya largo tiempo resignada. El de ayer fue, al fin y al cabo, uno de tantos partidos del presente curso. El socio optó por indultar al equipo ignorándole, ya fuera en la grada o en el hogar. No hubo más de media entrada. Ni el adiós del patriarca de ese grupo que ha reunido cuatro Ligas y una Copa de Europa despertó el sentimiento del aficionado. Le aplaudieron, le dijeron gracias y adiós.
No hay ya calor ni para las despedidas. Por quedar no quedan ya ni ganas de pitar para descargar todas las frustraciones del año. Parece que al culé le dé igual ir a la UEFA que quedarse en casa. Lo que quiere la gent laugrana es que se acabe -le da igual cómo- este vía crucis.
El desencanto presidió la última noche de Koeman en el Camp Nou. Resultó triste. Tremendamente gélido. No hubo lugar ni para una fiesta de cumplido. El Barca, el equipo de los sentidos, es hoy un grupo insensible que transmite frialdad. Ha perdido incluso el poder de intimidación que le permitía resistir en la adversidad. Puede que el equipo que sacó Cruyff no fuera el idóneo, pero imponía respeto. Koeman, Nadal, Guardiola, Bakero, Stoichkov... Sin embargo, ni el Albacete tiembla ya con la alineación del Barça.
El colectivo de Floro llegó al Camp Nou con la calculadora en la mano: necesitaba un punto para intentar eludir la promoción. Así que puso concentración, atención y aplicación, y hasta le sobró esfuerzo para chafar la fiesta de Koeman y asegurarse prácticamente la permanencia en Primera. El Albacete desquició al Barça. Estuvo muy bien parado en la cancha, con dos líneas de presión, exhibió una tensión defensiva muy propia de un equipo preparado por un técnico amante de la pizarra y mostró una buena transición. El Barca no encontró una grieta. No tuvo precisión.
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