¿Qué había en los baúles de Marlene?
Berlín muestra el legado de la actriz con la que mantuvo una relación de amor y odio
Una parte de la inmensa colección de objetos y parafernalia cinematográfica que Marlene Dietrich reunió a lo largo de toda su carrera ha sido expuesta finalmente en Berlín, su ciudad natal y donde reposan sus restos. La actriz fue enterrada junto a su madre el 16 de mayo de 1992 en el cementerio de Friedenau, en el barrio de Schöneberg que la vio nacer. La ciudad pagó cinco millones de dólares (600 millones de pesetas) a María Riva, su hija, por el legado de uno de los mayores mitos del cine.El mundo objetual de esta actriz acapara prácticamente la exposición sobre el centenario del cine que se muestra en la capital alemana, y donde también se exhiben objetos como el piano de la película Casablanca o el traje de Charles Chaplin en El gran dictador.
"Cuando me muera", dijo en cierta ocasión Marlene Dietrich, "mi cuerpo debe quedar en Francia, mi corazón en Inglaterra, y para Alemania, nada". Pero no fue así. Desde su enclaustramiento parisiense, donde pasó sus últimos tiempos, pudo ver la caída del muro de Berlín, la reunificación de Alemania y, antes de emprender el más largo viaje, quiso reconciliarse con sus orígenes, aun a sabiendas de que muchos alemanes no le perdonarían nunca la traición de haberse pasado al enemigo durante los duros tiempos de la II Guerra Mundial.
Desde que abandonara su país tras la llegada al poder deAdolf Hitler, tan sólo había vuelto en una ocasión, en 1960, para un recital que desencadenó no poca controversia. Su siguiente visita ya fue de cuerpo presente. Su entierro fue casi clandestino. Pero el destino es caprichoso. Su hija no pudo resistir la oferta que le hiciera el Senado berlinés por la curiosa herencia, y ahora, incluso el uniforme del Ejército norteamericano con el que actuaba ante las tropas aliadas se ha convertido en un atractivo turístico.
La exposición se articula en tomo a un imaginario vagón de tren -homenaje evidente a Shanghai Express (1931), de Josef von Sternberg, el director que la lanzó a la fama- donde se exhiben escenas de su vida, de su trabajo y de sus mejores filmes.
Los organizadores se han enfrentado al terrible problema de tener que seleccionar. Se muestran, por ejemplo, 150 pares de zapatos a cual más extravagante, pero la cifra total ronda el millar. Otro tanto sucede conlas medias de malla que pusiera de moda en El ángel azul (1929) -todas ellas con sus iniciales bordadas a la altura del muslo, o los foulards blancos que dejaba resbalar insinuantemente sobre su nuca.
El inmenso legado incluye más de 3.000 vestidos, 15.000 fotografías, 300.000 folios de textos, así como 80 baúles llenos de objetos de lo más disparatado, como el viejo teléfono de su apartamento parisiense o su rebosante agenda medio desvencijada.
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