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28 MAYOCIUDADES: ALICANTE

El duelo del victimismo

Los socialistas consiguen una campaña electoral alejada de la política nacional y centrada en los Iímites de la ciudad

En Alicante no se habla de corrupción. Lo que parecía casi imposible es hoy una realidad. Los socialistas han conseguido que el resto de las fuerzas que concurren a los comicios centren su campaña en los límites de la ciudad, en los problemas y en sus propuestas para solucionarlos. Conforme avanza la contienda, se acortan las distancias entre el alcalde, Ángel Luna (PSPV-PSOE), y el alcaldable, el empresario Luis Díaz Alperi (PP), que partía como favorito absoluto y se ha lanzado a la calle para mejorar sus posiciones.Alicante es la única capital de provincia gobernada por los socialistas en la Comunidad Valenciana, por lo que el duelo es especialmente interesante, y la campaña, decisiva. Quien logre atraer el voto indeciso ganará. Los debates se suceden a diario sin mucha fortuna para Díaz Alperi, que no está a la altura de la oratoria de Luna, un ex parlamentario que gusta de discursos brillantes y que ahora, tras cuatro años de regidor, se confiesa "apasionado" por la política municipal, a la que llegó obligado por 1 partido, que se que o sin candidato en 19 , cuando pasaportó a José Luis Lassaletta. Díaz Alperi era presidente de la Cámara de Comercio cuando el PP le invitó a ser candidato, y no se lo pensó dos veces. Confía en consolidar la tendencia del voto de los alicantinos, que en las dos últimas votaciones (las generales y las europeas) castigó severamente a los socialistas, empujados por la crisis económica y, sobre todo, por los escándalos de corrupción.

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En los últimos cuatro años algo ha cambiado en Alicante, una ciudad que ha vivido con la sensación de ser relegada para no compartir con Valencia la primacía regional, y con la permanente tentación de mirar hacia el sur para convertirse en centro de una nueva área (con Murcia, Albacete y Almería) de espaldas a la comunidad, el llamado surestismo. La culpa de todos los males venía de fuera. Madrid y, en mayor medida, Valencia eran los responsables directos de las carencias de infraestructuras y dotaciones, que, según la opinión generalizada, impedían el desarrollo de la plaza. Se recriminaba cierta dejación a esas administraciones, cuyas inversiones destacaban por su ausencia. Aquel debate, ciertamente tenso, se demostró positivo y hoy son 30.000 los millones invertidos.

Alicante (276.526 habitantes) ha experimentado una profunda renovación urbanística en estos años. Su red de carreteras la convierten en una de las ciudades mejor comunicadas, y dos de los barrios más problemáticos avanzan en una profunda reconversión, que pasa en uno de los, casos, el del polígono de las mil viviendas, por la demolición integral de los bloques de infame presencia que acogían a la población más marginal y refugiaban a decenas de traficantes de drogas. Expulsados éstos por la. acción de la piqueta, las familias vuelven hoy a las nuevas construcciones. El casco antiguo, que amenazaba con desplomarse de puro abandono, luce una nueva imagen en su parte baja.

Luna soñaba con cambiar la imagen de la ciudad. Poco municipalista en un principio, se enganchó pronto al marcarse ese objetivo, aunque reconoce que lo ha tenido difícil por carecer de la mayoría en la corporación y estar sujeto a pactos concretos con las fuerzas minoritarias. Le arrebató la mayoría absoluta el periodista Diego Zapata, que organizó un partido político a raíz del virulento cierre de su emisora de radio pirata, y los electores oyentes respondieron a su llamada a las urnas.

En 1991 empató el PSOE a 12 concejales con el PP, y ese resultado se ha traducido en cuatro años de campana permanente. Luna ha perdido algunas votaciones, y los populares han ejercido una política de desgaste que, a tenor de las encuestas, ha dado frutos. La normalización de las relaciones corporativas jamás fue posible, y el PP se lo planteó como un mandato de transición previo a su desembarco arrollador. Hoy, el alicantino es menos víctima. La recuperación economica ha llegado y la ciudad, que acoge proyectos ambiciosos como la configuración de una macroárea de crecimiento por el sur, el llamado Triángulo Alicante-Elche-Santa Pola; la construcción de una torre de comunicaciones, diseñada por Santiago Calatrava, y una millonaria inversión a largo plazo para salvar de la degradación y recuperar para el disfrute ciudadano su kilométrica fachada marítima. La ciudad está ahora patas arriba, con decenas de calles levantadas para mejorar la escena urbana y renovar infraestructuras caducas, y dispone de 30 plazas ajardinadas, algunas de nueva creación, y dos inmensos parques en los que la Generalitat valenciana ha invertido 2.000 millones.

En el capítulo de incumplimientos se sitúan el anhelado centro cultural de Campoamor y la circunvalación de la Vía Parque, actuaciones hace años prometidas y todavía no iniciadas.

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