Suráfrica abre la 'mêlée'
La III Copa del Mundo será el escenario de importantes exámenes pendientes, como el del profesionalismo
El jueves, en Ciudad del Cabo, dos de las grandes potencias del rugby, Australia, actual campeón, y Suráfrica, país organizador (15,30, Eurosport), abrirán la III Copa del Mundo, la cuarta competición más importante del deporte tras los Juegos Olímpicos y los Campeonatos del Mundo de fútbol y atletismo.Durante casi un mes, hasta el 24 de junio, se jugará en nueve ciudades surafricanas bastante más que un gran torneo. No sólo se decidirá si se mantiene la supremacía del hemisferio sur sobre el norte, sino que estarán en juego varias asignaturas pendientes fuera de los campos.
Para el país, Suráfrica, será una doble prueba de fuego. Estará obligado a confirmar ante el mundo que el apartheid ya es sólo un recuerdo, aunque perduren sus secuelas. El rugby, por ejemplo, es aún un deporte de blancos, pues la promoción entre los negros acaba de empezar y hasta el infortunio de una lesión impedirá jugar al único internacional negro, el ala Chester Williams. Suráfrica deberá demostrar también capacidad de organización para aspirar a ser sede de los Juegos Olímpicos del año 2004. Bien lejano quedará así 1976, cuando la gira de los All Blacks neozelandeses por Suráfrica -fuera entonces del olimpismo, como el rugby- supuso el primer gran boicoteo olímpico. Los países africanos se retiraron como protesta porque no se expulsó a Nueva Zelanda de los Juegos de Montreal.
La presión del XIII
Para el rugby, un deporte tan particular, majestuoso y tradicional, la Copa será un inevitable punto de inflexión. Tras la tercera edición, difícilmente sus dirigentes podrán resistir la presión del profesionalismo. El último gran deporte que se ha mantenido sin que sus jugadores cobren abiertamente, no podrá aguantar más la sangría que sufre. Por una brecha económica imparable se están yendo los jugadores a la variante profesional, el Juego a XIII. Surgida en los comienzos del rugby a XV, vivió oscurecida largos años por el prestigio de su hermano mayor hasta la actualidad en que el dinero ni siquiera mancha al olimpismo.
El último envite del Juego a XIII es la Super Liga prevista para 1996 y que será financiada por el magnate de la prensa Rupert Murdoch. Las ofertas a los jugadores se suceden y el International Board que dirige el rugby, difícilmente podrá resistir ya la presión después de un torneo cuyas cifras multimillonarias han aumentado sensiblemente respecto a las anteriores ediciones de 1987 y 1991.
La empresa organizadora, Rugby World Cup Limited, espera obtener unos beneficios de 4.000 millones de pesetas, frente a los 300 de la primera edición, celebrada en Australia y Nueva Zelanda, y los 1.000 de la segunda, organizada por las Cinco Naciones -Escocia, Gales, Irlanda. Francia e Inglaterra-. Será la consecuencia lógica de los 2,6 millones de espectadores en directo que se esperan en los 32 partidos -por 1.135.000 en 1991 y 500.000 en 1987- o los 2.500.000 telespectadores y 125 cadenas de televisión de 52 países -por 1.750.000, 103, 40, en 1991 y 300, 17 y 16 de 1987-.
Parece ridículo e hipócrita que los jugadores sólo se lleven el honor de todo ello. No es de extrañar, pues, que el capitán inglés, Will Carling, acusara recientemente de inútiles a sus dirigentes y que el medio apertura Rob Andrew dijera: "El rugby es el único negocio que da millones de libras por año y en el que no se paga a los empleados". A Carling le quitaron el cargo de capitán, pero se lo devolvieron a los 10 días.
Australia-Suráfrica, clave
El partido inaugural dará muchos datos sobre el futuro del torneo. Aparte de confirmar si los australianos mantienen su nivel de campeones ante la potencia física surafricana, ambos buscarán la victoria para evitar el previsible enfrentamiento en cuartos de final contra Inglaterra, el gran rival del norte, subcampeón del mundo -perdíó por 12-6 ante Australia en 1991-, ganador del Cinco Naciones y favorito incluso para el técnico australiano, Bob Dwyer.
Los otros cuartos de final posibles deberían ser Nueva Zelanda-Francia -dos equipos en renovación, pero siempre temibles, que repetirían la final de 1987, ganada por los All Blacks, 29-9-; Escocia -segundo del Cinco Naciones- frente a Irlanda -mejor que Gales, al que venció en el torneo, por 12-16, en Cardiff-, y Australia o Suráfrica-Argentina o Samoa. Unas semifinales Escocia-Australia o Suráfrica y Nueva Zelanda-Suráfrica, Australia o Inglaterra parecen lo más probable.
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