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FÚTBOL PRIMERA DIVISIÓN

Otro triunfo bajo sospecha

El Atlético derrota por la mínima al Sporting y lo sepulta en la promoción

El Atlético sepultó al Sporting en el infierno de la promoción. De paso, se puso a salvo al menos por una semana. Lo hizo en una jornada de marcado acento dramático. El deambular del marcador, repleto de sobresaltos, contribuyó a reforzar la emoción del choque. No importó que el fútbol, en su sentido estético, escaseara. Reuniones de ida y vuelta como la de ayer, tan cargadas de trascendencia en cada lance, alimentan este deporte.El del Atlético, eso sí, fue un triunfo bajo sospecha. No hace muchos años, los arbitrajes servían en esta casa de coartada más o menos convincente para justificar malas tardes. Ultimamente, no. El Atlético abandona ruborizado los partidos, obligado por el tufo a complicidad que destilan las actuaciones arbitrales. Ayer, el área de Abel se llenó de caídas asturianas. Ansuátegui Roca se libró de todas ellas como si nada. Y alguna mereció sanción.

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El Atlético apareció por el encuentro con mejor aspecto que el Sporting. Sin duda, favorecido por esa ventaja impagable que supone tener.una hinchada tan entregada. Trataron los madrileños de dotar de jerarquía su juego, ésa a la que le obliga inevitablemente su historia; ésa que le niega desde hace demasiado tiempo la clasificación. Y salieron con determinación, decididos a encontrar enseguida la senda de la victoria. Una irrupción saludable la del Atlético, pero corta.

El Sporting, que empezó peor, se hizo con el partido a los 20 minutos. Antes se había limitado a aguardar en la cocina a que el Atlético perdiera fuerza. Intentó impresionarle a base de faltas (10 en los primeros 18 minutos), pero a la vez le permitió venirse arriba mostrando la fragilidad de su área. Cada viaje del balón cerca de Ablanedo, por inofensivo que fuera, era un aviso de gol.

En ese pasaje inicial, el de mayor corrección madrileña, llegó el gol de Kosecki. Para frotarse los ojos. Fue una acción completa. El polaco enseñó de una tacada tres o cuatro virtudes de las que supuestamente carece: control, sentido decisión y remate. Kosecki pintó lo mejor del partido. Mas pasada la barrera de los 20 minutos, el Sporting entró a escena.

Lediakhov, un futbolista con mayúsculas, cogió el volante y cambió la dirección del partido. El Atlético cayó en la mediocridad, incapaz de imponer el mayor lustre de sus apellidos. Enseñó Lediakhov toda la clase del mundo para domesticar, la pelota, maltratada en tantas otras botas, y también para conducirla con autoridad o enviarla con precisión, según conviniera. De su mano, y de la aportación en las bandas de dos tipos venenosos, Bouzas, porla derecha, y Morales, por la izquierda -jugó de falso carrilero el ex madridista-, el Sporting se agrandó. Hasta el primer empate.

El último tramo enloqueció el partido. El balón comenzó a viajar de una portería a otra sin un destino claro, y el juego cayó en un eléctrico y continuo ida y vuelta. La cita se agigantó, más aún con la verbena de goles. Al final, los puntos -el balance particular también- cayeron del lado local. Y así, aunque bajo sospecha, el Atlético se ganó siete días de paz.

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