El auge del PP castiga a los rogionalistas
Cantabria y Navarra, principales 'agujeros' de los populares
Alfonso Guerra tendrá más complicado esta vez que en campañas electorales precedentes comentar con sorna la supuesta similitud entre el Partido Popular y la republicana Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) por su incapacidad para articular políticamente a la derecha sociológica española. En los últimos cuatro años, esta capacidad de aglutinar ha cambiado drásticamente para el PP.
En las elecciones autonómicas de 1991, cinco partidos regionales, además de los dos nacionalistas de Cataluña y Euskadi, restaban al PP un importante espacio político. El Partido Aragonés (Par), con un 25% de los votos; Unión del Pueblo de Cantabria (UPCA), con un'33,6%; Unión Valenciana (UV), con un 10,4%, y Coalición Canaria, con un 24%, impedían el crecimiento del PP en cuatro de las 13 comunidades autónomas que el 28 de mayo celebran elecciones.
Había una quinta comunidad, Navarra, cuyo partido regional, la Unión del Pueblo Navarro (UPN), recogía, en las elecciones de 1989, el 27,12% de los votos, y dejaba en un papel subalterno al PP. En Navarra el PP ensaya, tras su refundación en 1990, un experimento político: acuerda la fusión con UPN, retira sus siglas en las autonómicas, y sólo reaparece en las elecciones generales. Así, pagando el precio de la propia sigla, consigue eliminar la rivalidad de UPN.
Política de pactos
La pujanza regionalista obliga al PP a pactar con estos partidos tras las elecciones de 1991. En Aragón tiene que cederle la presidencia de la comunidad al Par y someterse a una política regionalista, con fuerte contenido reivindicativo, con la reforma del Estatuto como bandera, al que trata de dotar de conciertos económicos como los del País Vasco o Navarra. En Cantabria, el PP tiene que ceder la presidencia de la comunidad a Juan Hormaechea, de la Unión para el Progreso de Cantabria (UPCA). El pacto con este singular personaje coloca a los populares en un auténtico atolladero. En el Ayunta7 miento de Valencia, la alcaldesa, Rita Barberá, se ve obligada también a pactar con UV, y en Sevilla, los populares gobiernan con un pacto con los andalucistas, cuya alcaldía mantiene Alejandro Rojas Marcos, del PA.Las cosas han cambiado de tal modo que hoy Miguel Sanz, número uno de UPN y candidato por este partido a la presidencia de Navarra, dice que Hipólito Gómez de las Roces y Emilio Eiroa, líderes del Partido Aragonés (Par), se darían hoy con un canto en los dientes si hubieran hecho lo mismo que la UPN hace cuatro años. En aquel momento, José María Aznar dio luz verde al PP regional para que intentara la singular operación de fusión de Navarra en Aragón, pero las exigencias del Par fueron tan altas que los populares dieron marcha atrás.
Las elecciones europeas del junio pasado marcaron la frontera. El pujante Par de 1991 cayó del 25% de las autonómicas de 1991 al 7,7%; la también vital Unión Valenciana cae del 10,4% al 5,3%; la UPCA de Hormaechea desciende del 33,6% al 8,2% en las generales de 1993.
Paralelamente, el PP sube en proporciones similares en esas comunidades. En Aragón, en las europeas de 1994, consigue el 45% de los votos, 18 puntos por encima de las europeas de 1989; 12 puntos respecto a las generales de 1993, y 24 con relación a las autonómicas de 1991. En la Comunidad Valenciana, el PP sube del 27,9% en las elecciones autonómicas de 1991 al 44,8% en las europeas de 1994. La única excepción a esta norma es la UPN, a la que su fusión con el PP le permite ganar cada vez más terreno y pasar del 35% de las elecciones de 1991 al 40,84% de las europeas de 1994.
Mariano Rajoy, vicesecretario general del PP, explica la caída de los regionalistas en beneficio de su partido porque "s le percibe como un partido d Gobierno, con un proyecto nacional y autonómico realizable' y porque, "se percibe que el cambio viene de la mano del PP' Además, recuerda Rajoy que e PP ha consolidado su estructura de partido y ha modernizado su cuadros en las autonomías don de los regionalistas contaban con mucho peso.
Descalabro de la UCD
El auge de los partidos regionilistas se produjo con el descalebro de la Unión de Centro Democrático (UCD) en 1982, recuerda Joaquín Almunia, presidente del Grupo Parlamentario Socialista y ex ministro para la Administraciones Públicas.Tanto Almunia como Rajo coinciden en que, en aquello momentos, Alianza Popular (AP) no tenía atractivo suficiente como para absorber las deserciones procedentes del centro democrático y algunos antiguos cuadros de la UCD, atrincherado en sus comunidades autónoma optaron por organizar partido regionales o reforzar los existentes siguiendo el modelo de éxito que representaba Convergència Unió (CiU) en Cataluña.
También coinciden Rajoy Almunia en que las expectativa de los partidos regionalistas par estas elecciones son malas y que se consolidará su tendencia a la baja iniciada hace cuatro años.
Los principales 'agujeros' los tiene el PP en Cantabria, donde vuelve a presentarse Juan Hormaechea con la UPCA, y en Navarra, donde la UPN-PP ha sufrido una escisión encabezado por el presidente en funcione Juan Cruz Alli, que concurre estas elecciones con la sigla CDN, Convergencia de los Demócratas Navarros. Rajoy est convencido de que el PP ganar tanto en Cantabria como en Navarra. Aun así, se le plantea u complicado problema de alianzas para gobernar.
En Aragón y la Comunidad Valenciana, donde el PP ya tiene experiencia de pactos con el regionalismo, su aumento le permitirá una relación aún más e moda con el Par y la UV. Lo mismo sucederá en los ayuntamietos andaluces con el Partido Adalucista (PA). En Canarias se presenta un problema complejo tanto al PSOE como al PP pues Coalición Canaria (CC) cuenta aún con peso para gobernar.
La semilla del agravio comparativo
La previsible tendencia a la baja de los partidos regionales el 28-M por el crecimiento del PP es acogida favorablemente por Mariano Rajoy, vicesecretario general del PP, y de Joaquín Almunia, presidente del Grupo Parlamentario Socialista.Para el PP está justificada por el beneficio electoral. Pero, además, Rajoy coincide con Almunia en que el mapa electoral de España precisa de partidos nacionales fuertemente implantados en los territorios, una vez que en Cataluña y País Vasco los nacionalismos ya están muy arraigados.Rajoy opina que el ascenso del PP puede desplazar el regionalismo a la cuenta del PSOE, si en estas elecciones se consolida su declive electoral. Pone como ejemplo la situación de Aragón y Canarias dónde los socialistas pueden pasar a ser la tercera fuerza tras el 28-M.
Almunia cree, por él contrario, que el peligro está conjurado si el PSOE para a ser el primer ]partido de la oposición en la mayoría de las comunidades autónomas donde pierda las elecciones. Y apunta los casos recientes del País Vasco y Galicia.
No obstante, Almunia cree que los no desaparecerán porque su larga experiencia les ha consolidado, especialmente en Aragón y Valencia, con el Par (Partido Aragonés Regionalista) y la UV (Unión Valenciana), aunque tiene más dudas con los andalucistas. A su juicio, el principal problema es que ha fructificado la semilla del agravio comparativo, de difícil desarraigo, en algunas comunidades.
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