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Valladolid y Deportivo, sin remate

El conjunto castellano se hunde en el pozo y el de Arsenio se aleja de la Liga

DAVID GONZÁLEZ FORJAS, El Deportivo y el Valladolid fueron ayer protagonistas de una historia todavía sin final pero cuyo signo se vislumbra ya al final del camino, situado en el mes de junio. El equipo de Arsenio demostró por qué ha ido perdiendo poco a poco sus opciones al título de Liga, mientras que al Valladolid ya no le bastan los arranques de genio de alguno de sus hombres, aunque ha encontrado en la ilusión de los jóvenes la medicina a sus enfermedades.

El Deportivo se hizo dueño del balón desde el comienzo del partido, consciente de su teórica superioridad, pero la relajación de su centro del campo convirtió su dominio en algo vacío. Los leves intentos de José Ramón y Aldana por acercarse al área del Valladolid chocaban con la tela de araña que en esa zona había tejido Fernando Redondo. La muralla de cinco defensas, con Urban otra vez como hombre libre, fue una barrera infranqueable para los dos espectadores de excepción en que se convirtieron Manjarín y Bebeto. El conjunto coruñés echaba de menos la capacidad creativa de Fran y el bochorno reinante en el ambiente contagió rápido a los 22 jugadores.

Con tales ingredientes, el juego resultaba anodino y extrañamente falto de tensión dada la situación de ambos equipos. Fue el Valladolid quien primero consiguió despertar merced a las dos únicas gotas de color que tuvo un partido teñido de gris. Baraja y Benjamin, impulsaron el motor del partido con la chispa de su ilusión. 'Dos rápidas jugadas entre los dos canteranos pusieron en apuros primero a Liaño, y luego tras la lesión de éste, a Elduayen. El Valladolid se lanzó entonces hacia una victoria que pudiese mantener sus esperanzas de: salvación, pero la tarde no estaba para alegrías y pese a las intenciones finales de ambos conjuntos, el descanso llegó sin que el marcador se moviese.

La segunda mitad supuso un salto cualitativo en el desarrollo del partido. La tensión propia de estos encuentros apareció entonces. Baraja siguió siendo el mejor de los 22, pero su mando no gozaba de la continuidad. necesaria para marcar diferencias. A la vez, el conjunto coruñés tuvo que sorportar un cáncer en la inoperancia de sus delanteros. Arsenio dio entrada entonces a Alfredo y a Salinas con la intención de sustituir la calidad no demostrada de Manjarín y Bebeto por la capacidad de lucha de Salinas y Alfredo.

Sin embargo, fue el Valladolid quien tuvo el partido en sus manos, aunque no consiguió materializar las escasas oportunidades.

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