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LA SUCESIÓN DE MITTERRAND

Chirac exige a su gente que permanezca movilizada "hasta el último minuto"

Enric González

Jaeques Chirac, el candidato mejor colocado para alcanzar la presidencia de Francia, concluyó ayer su campaña para la primera vuelta con un gran mitin en Vincennes, un suburbio de París. Fue un acto desangelado, en el que, acaso porque los sondeos le sitúan ya en la segunda vuelta, ni el candidato ni su público mostraron el entusiasmo habitual. Unas 7.000 personas escucharon un nuevo llamamiento de Chirac al voluntarismo político y a la lucha contra el paro y la marginación. Chirac exigió a su gente permanecer "movilizadla hasta el último minuto". "Las victorias", dijo, "no se obtienen por anticipado".

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A la espera de la votación del domingo, tras la que sólo dos aspirantes quedarán frente a frente, al alcalde de París siguen dándole como ganador unos sondeos que, por ley, no puede conocer el público. Se sabe, en cualquier caso, que Chirac permanece en cabeza y que Édouard Balladur, su correligionario gaullista y rival enconado, remonta ligeramente.En su alocución de ayer, entre párrafos idénticos a los utilizados en anteriores mítines y entrecortado por ataques de tos, Jacques Chirac rogó que callaran los gritos de "hemos ganado, hemos ganado". "No, no hemos ganado", respondió a su público. "Hay que movilizarse hasta el último minuto. Los ataques se multiplican. Crece la polémica. Se hace cualquier cosa por enmascarar o caricaturizar mi pensamiento y mi proyecto. Hasta el 23 de abril y el 7 de mayo no sabremos si nuestro ideal ha vencido. Hasta entonces, ¡luchemos!".

A la defensiva

Chirac ha terminado la primera campaña a la defensiva, debatiéndose para convencer a los electores de que no pondrá en peligro la estabilidad de la moneda, pese a sus anteriores promesas de que la prioridad, en caso de duda, sería la creación de empleo, y pese a la vaguedad de su programa económico.

La polémica que ha mantenido con el gobernador del Banco de Francia, Jean-Claude Trichet, sobre la necesidad o no de mantener la política de austeridad salarial y rigor económico, puede haber asustado a una parte de su electorado, conservador en su gran mayoría. Después de que Trichet advirtiera a todos los candidatos, y muy especialmente al gaullista Chirac, de que no debían cuestionar la política de austeridad salarial y rigor monetario, el alcalde de París plantó cara al gobernador del Banco de Francia.

Édouard Balladur, por su parte, ha aprovechado decididamente esa brecha de la moneda. Con su insistencia en, que una victoria de Chirac pondría en peligro la recuperación económica y la estabilidad del franco, el primer ministro-candidato ha tocado a su enemigo.

Ayer, en Vincennes, el alcalde de París omitió el asunto de la moneda (sólo se refirió a "Ias insidias de algunos") y habló largamente de empleo, de solidaridad, de sanidad, de pensiones y de reconciliación "entre las dos Francias: una, cada vez más numerosa, abandonada en la cuneta, y otra, cada vez más escasa y agobiada a impuestos, incapaz de acudir en auxilio de la primera". "Ya es hora de comprender", dijo, "que el empleo no es la consecuencia o el saldo de una política económica. Es el gran objetivo al que todo, y digo todo, debe ser subordinado".

Jacques Chirac clamó contra el fatalismo y la "falta de esperanza" de "una generación de franceses que prevé, para sus hijos, una vida peor que la suya". Atacó a "esos expertos que nunca en su vida han visto de cerca a un parado, o un marginado", y repitió sus cantos a la República "solidaria, integradora, laica e imparcial", que era según él, además de un modelo político, "un modelo social".

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