El poeta rebelde
Olazábal es el único 'grande' que no luce publicidad en su bolsa de palos
José María Olazábal es el segundo jugador que más dinero ha ganado en premios en el Masters. El primer lugar está ocupado por Ben Crenshaw, que con la victoria de ayer tiene una ganancia de 889.000 dólares (unos 111 millones de pesetas). Olazábal ingresó ayer 40.000 dólares y tiene una bolsa de 667.000 dólares (unos 83 millones de pesetas) En sus siete actuaciones anteriores como profesional -la primera vez que compitió lo hizo como amateur y no cobró el mínimo de 1.500 dólares que se embolsan quienes no pasan el corte, el vasco se ha llevado de Augusta 626.100 dólares (unos 78 millones de pesetas). Este año se ha repartido 2,2 millones de dólares entre los 85 participantes -396.000, un 10% más que el año pasado, para el ganador. También Olazábal es de los que más ganaron el año pasado en premios en torneos oficiales, unos 2.300.000 dólares (unos 300 millones de pesetas), una lista en la que fue el tercero del mundo.Sin embargo, si se mira el listado de ganancias totales, incluidos los ingresos promocionales y publicitarios, Olazábal no aparecería ni entre los 100 primeros. Según cálculos del sector, del total de ganacias, de un jugador, el 75% proviene de dinero ingresado por publicidad. El golfista más millonario es el australiano Greg Norman y el segundo, el veteranísimo Arnold Palmer, competidor en el circuito de veteranos y anunciante televisivo de Cadillacs y bebidas energizantes. Por conceptos ajenos al juego, Olazábal ingresa casi cero. Su único contrato publicitario es con una marca de nikis francesa. Más aún, es el único de entre los grandes del golf que no anuncia en su bolsa ni la marca de palos que utiliza.
"Txema no le tiene apego al dinero y sí a la libertad. Aunque quizás si se casa y tiene hijos cambia de parecer", dice el apoderado de Olazábal, Sergio Gómez. "Todo contrato publicitario supone una servidumbre". Olzábal es un bicho raro, "un poeta rebelde", dicen admirativos algunos profesionales, en un mudillo en el que la mayoría toman sus decisiones mirando la chequera. Hay jugadores que firman contratos publicitarios con cuatro marcas de palos, para utilizar cada una en diferentes circuitos, pero que sólo usan unos, cambiando las etiquetas con la marca según el continente en que juegan. Hay otros que publicitan varias marcas de ropa y tienen que viajar con varias maletas. Salen de París vestidos con un distintivo y aterrizan en Tokio con otra etiqueta. Según el entorno de Olazábal, todo eso son molestias que distraen al golfista de lo más importante, su juego.
Olazábal tenía un contrato de tres años ampliable a cinco con los palos Maruman, pero no lo ha prolongado este año debido, según Gómez, a razones "filosóficas más que económicas". Y el vasco no hace Publicidad de otros palos porque las empresas más importantes y poderosas económicamente exigen la utilización de los modelos más avanzados, palos con las últimas tecnologías pero dirigidos al mercado más importante, el del golfista aficionado, a quien ofrecen ganancias milagrosas en metros recorridos. A un profesional de gran nivel, esos palos no le hacen ninguna. falta, lo que ganan en distancia lo pierden en precisión. Además, los golfistas sienten los palos como algo propio y con vida, como una prolongación, de sus brazos. Como el tenista sueco Bjorn Borg utilizaba raqueta de madera en los tiempos del grafito, Olazábal usa unas maderas fabricadas hace 40 años en los tiempos en que la mayoría de los jugadores utiliza maderas metálicas, fabricadas en fibra de carbono o composite. Los palos antiguos son de empresas pequeñas que no pueden permitirse el, lujo, ni lo quieren, de hacerse publicidad con uno de los mejores jugadores del mundo.
Las servidumbres de un contrato publicitario con una empresa ajena al golf significan dedicar los lunes a actos corporativos, los martes dar lecciones de golf a algunos directivos y los miércoles, víspera de torneo, dedicarse a jugar el pro-am haciendo pareja con otro empresario. Es vender la libertad por dinero. Algo que no entra en la filosofía del jugador vasco. Este año ha renunciado a ofertas que le habrían supuesto 100 millones de pesetas.
Olazábal cree que no es un personaje público y que sólo debe salir en la prensa cuando juega. El año pasado renunció a una oferta de una revista del corazón para fingir su cena de Navidad el 15 de noviembre. "Lo que yo haga en mi casa, mi vida privada no interesa a nadie", dijo.
La independencia de Olazábal se ve también en el hecho de seguir con su apoderado de toda la vida.
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