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Soares acusa al Gobierno luso de negociar en secreto los convenios hidrológicos con España

El presidente de Portugal, el socialista Mario Soares, enarbola el Plan Hidrológico español como arma arrojadiza contra su principal competidor, el Partido Socialdemócrata del primer ministro, Aníbal Cavaco Silva. En un reciente encuentro patrocinado por socialistas lusos en Oporto, Soares advirtió que el Plan plantea problemas a los portugueses y "deben tenerlo en cuenta las autoridades españolas". Su beligerancia contrasta con las estrechas relaciones de José Borrell y la ministra lusitana de Ambiente 3, Recursos Naturales, Teresa Pinto Basto Gouveia, para negociar un nuevo convenio bilateral sobre la planificación y el aprovechamiento coordinado de las cuencas fluviales compartidas.

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"El Plan español es un problema muy delicado para nosotros los portugueses", dijo Soares en el encuentro organizado por APRI, una agrupación regionalista de Oporto, al que asistieron expertos en hidrología de España y Portugal.Según el diario lisboeta O Publico, el presidente luso lanzó unos cuantos mensajes a los españoles presentes, entre ellos el director general de Obras Hidráulicas, Adrián Baltanás; la alcaldesa de Aranda de Duero y el presidente de la Confederación del Duero. Pero sus misivas no sólo se dirigían hacia el otro lado de la frontera, sino también a su propio Gobierno, socialdemócrata, al que acusó de no informar a la opinión pública de sus negociaciones con España sobre el futuro convenio hidrológico. "Son de una importancia vital para nosotros y nuestros hijos. (... ) No podemos dejarlas en manos de los técnicos ni las puede fijar sólo nuestro Gobierno. Deben ser del conocimiento de todos".

Después de realizar veladas alusiones a una cierta diplomacia secreta, Soares apuntó que en los últimos 20 años se ha producido una gran reducción en los caudales de los ríos internacionales. "El Guadiana", dijo, "se ha convertido en un hilo de agua que, además, llega a Portugal contaminada". Soares concluyó diciendo que admira la grandeza de España por su capacidad en realzar la importancia de la independencia de Portugal, pero advirtió de la existencia de cierta desconfianza hacia España. Naturalmente, exponía estas impresiones ante su audiencia española "porque entre amigos se habla con franqueza y sinceridad".

Pedro Serra, el presidente del Instituto lusitano del Agua, equivalente a la Dirección General española de Obras Hidráulicas, salió al paso de estas imputaciones al decir: "No hay secretos sobre las negociaciones con Madrid porque los Consejos de Cuenca saben lo que se negocia y no sé por qué algunas autoridades dicen desconocer aquello que por obligación deberían saber".

Las andanadas de Soares contrastan con la buena sintonía y estrecha colaboración que mantienen el Ministerio español de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente con el portugués de Ambiente y Recursos Naturales. "En los últimos dos años nos hemos reunido más veces que en los 20 anteriores", afirma Baltanás.

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A partir de las cumbres hispano-lusas de Palma (1993) y Oporto (1994), se han creado ocho grupos de trabajo que intercambian información al menos dos veces al mes, según Baltanás. La ministra portuguesa de Ambiente y Borrell firmaron el 19 de noviembre una declaración conjunta para impulsar unas negociaciones que culminen en la firma de un convenio. Los anteriores, de 1968, vigentes, sólo prevén el aprovechamiento conjunto de los tramos internacionales del Miño, el Duero, el Tajo y el Guadiana.

El pacto que se negocia, a diferencia de los precedentes, supone un salto cualitativo, ya que contempla la coordinación de los planes hidrológicos de ambos países, la gestión de las cuencas comunes y el aprovechamiento de sus recursos.

En este marco se sitúan las cuestiones más controvertidas. Una es el anteproyecto del plan del Duero -80.000 kilómetros cuadrados en España y 20.000 en Portugal-, que prevé la puesta en regadío de 150.000 hectáreas en los próximos 20 años y el aprovechamiento de 3.700 hectómetros cúbicos de los 15.000 en que se evalúan los recursos de la cuenca. Estas previsiones, así como el posible trasvase desde la cuenca baja del río en territorio español hasta el Tajo, están pendientes de su aprobación por el Consejo del Agua y el Gobierno.

Las otras cuestiones a debate tienen al Guadiana como protagonista. Por el lado portugués se centran en la construcción de la presa más grande de la Península. Este embalse suscita división de opiniones en Portugal y no cuenta con el apoyo de Gouveia. Almacenaría 4.150 hectómetros cúbicos -3.150 útiles- y ocuparía 250 kilómetros cuadrados, 115 más que la mayor de España, la de La Serena. Los portugueses ya tienen destino para sus aguas: regar las deprimidas tierras del Alentejo y trasvasar parte al Algarve, con un gran empuje turístico y las mismas deficiencias hídricas del sur español.

En España, mientras tanto, se contempla un trasvase anual de 200 hectómetros cúbicos desde el Chanza hasta el Guadalquivir una vez que se han desestimado las tranferencias desde el Tajo para cubrir el déficit de agua en Andalucía.

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