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Entrevista:LLORENÇ BARBERMÚSICO DE CAMPANAS

"En Madrid hemos hecho enmudecer las campanas"

A comienzos de los ochenta tropezó con las campanas. Fue como "una novia que se le cayó, encima". Empezó a sonarlas, a besarlas y a comprobar que tras el contacto de los labios y el metal, el sonido femenino de los campanarios varía. No podía imaginar tanta fecundidad; cambió su trato con el sonido, su forma de ser músico. Llorenç Barber (Valencia, 1948) intentó hacer público su júbilo y rendir homenaje hace unos años a esta achacosa ciudad a golpe de campana. La obra Alma mater se interpretó desde diferentes campanarios de Madrid, pero Barber no tiene buenos recuerdos porque esta ciudad no supo guardar silencio los 40 minutos que duraron los repiques de campanas. Tal vez surja una segunda ocasión; por el momento su agenda está ocupada hasta 1998 con sus conciertos en los campanarios de las ciudades de Estocolmo, Budapest, Copenhague y Amsterdarn, entre otras. Por lo demás, su último disco, de nombre interminable y también basado en las campanas, acaba de salir a la calle.Pregunta. Linguopharincampanology. ¿Porqué este nombre a su último compacto?

Respuesta. Es un nombre un tanto irónico que me inventé. Recuerdo que de pequeño me llamaban mucho la atención los nombres así como otorrinolaringólogo... Con este término explico cómo moviendo la boca se consiguen sonidos distintos en las campanas.

P. ¿Escribir para las campanas es algo parecido a estar como un cencerro?

R. Sí, es estar sonado. Pero es que quiero que la gente que vive en esta ciudad esté igual de sonada que yo, lo suficiente como para tomar en serio su vida sonora. Tenemos muchos problemas de contaminación sónica aquí.

P. Parece que comprar un compacto es la única manera asegurada de escuchar campanas en Madrid.

R. Sí, no hay otra forma. Con tanto decibelio, las hemos hecho enmudecer, aunque suenen.

P. Decía que no guarda buen recuerdo de su concierto en Madrid.

R. Estuvieron involucradas 125 personas, un director en cada campanario con un cronómetro puesto a andar, a la misma hora desde todos ellos. Hubo incluso algunas iglesias que volvieron a sonar por primera vez después de la guerra civil. El campan ario de San Francisco El Grande, la catedral, San Miguel... Todas sonaron muy bien, pero los policías golpe de pitos para que fluyera el tráfico y los coches con pitidos no permitieron que se escuchara bien. Esta ciudad no está acostumbrada a escuchar su ombligo más íntimo.

P. ¿Se encuentra solo cuando pasea por Madrid y mira a los tejados?

R. Ese es el mal del campanario.

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