Existe riesgo de ruptura en UGT
"No sé los años que se tardará en restablecer la normalidad en UGT. Mucha parte de nuestra historia nos la hemos jugado para el futuro del sindicato y de la izquierda". Con ese dramatismo describe la situación que vive su central Jesús Urrutia, secretario general de la Federación de Industrias Afines (FIA) de UGT. El sindicalista está convencido de que los trabajadores les van a pasar una costosa factura. "Con razón dicen: la lucha, de estos gladiadores impide que me resuelven los problemas". Y apunta algo que' está en la mente de muchos miembros de la organización. "Existe riesgo de ruptura en UGT".Urrutia se muestra convencido de que la crisis no tiene salida a corto plazo, gane quien gane el congreso extraordinario del próximo 29, de abril -Cándido Méndez o Manuel Fernández Lito, los dos candidatos a liderar el sindicato- "La guerra seguirá al día siguiente", porque teme que los perdedores no acepten de nuevo los resultados. Su solución es que hace falta aplicar en casa el sosiego que el sindicato ha pedido a otros -los partidos políticos- para analizar que esto es un fracaso".
En el congreso celebrado en abril de 1994, este dirigente ugetista intentó, sin ningún éxito, un consenso entre los dos sectores ya entonces enfrentados. Urrutia creía que la retirada de Nicolás Redondo y los problemas que atravesaba el sindicato con la PSV 1acían necesario un pacto sólido.' Entonces tuvo un papel de árbitro que no piensa jugar en el próximo congreso, aunque la federación apoyará, de nuevo a Cándido Méndez, salvo su organización de Cataluña, que respaldará a Manuel Fernández. Urrutia tiene una amarga experiencia de entonces: "Algunos compañeros dijeron en el mismo congreso que habría en un año otro congreso", y cita al dirigente de Asturias Eduardo Donaire. Ahora prevé que la guerra va a ser aún más cruel y puede acabar con cualquiera, que intente mediar.
El secretario general de una de las federaciones más, importantes del sindicato -engloba a los sectores químico, eléctrico, textil y minero- no se va a presentar a la reelección y volverá a Asturias, a su empresa eléctrica Por ello, y desde la tranquilidad que le da estar en su último mandato, no tiene ninguna duda en afirmar que lo qué ocurre en UGT es "una lucha de poder pura y dura. En el peor momento y sin racionalidad. ¡De dos modelos sindicales, nada!". -Cuando Urrutia oye hablar a Lito de que es el candidato de la integración, la pluralidad y la mayoría natural se echa las manos a la cabeza. "En el Metal [federación que dirige Lito] hay falta de demacracia" afirma, "han estado con gestoras durante años. !Que me digan quién ha quedado de la gente de Antonio Puerta! Los han expulsado a todos de UGT". Este sindicalista lamenta que no se haya dejado tiempo para serenar la organización y que no se haya permitido al secretario general actuar con tranquilidad.
El líder de la FIA recuerda que existen unas "bellas ideas" del 36º Congreso, el celebrado en abril de 1994, que no se han llevado a cabo porque no ha existido la serenidad suficiente. Las culpas las reparte entre todos, empezando por él mismo, pero no a partes iguales: "Hemos demostrado una frivolidad y una irresponsabilidad tremendas. Vamos a salir muy tocados. Es un camino que no lleva a ninguna parte".
Este dirigente asegura que hasta las relaciones personales se están resintiendo en el seno de la organización. "Nos hemos convertido en enemigos, hay gente que no se saluda. Existe una virulencia que yo no he conocido y un proceso de descomposición en el que se ha puesto en marcha la estrategia del ventilador".
Urrutia no ve ninguna posibilidad de un mínimo acuerdo entre los dos sectores enfrentados, porque hay una falta de desconfianza total. "Todo el mundo está pensando en el día 29, no en el día después. Se está luchando metro a metro por el día 29 y hay mucha gente que se va a quedar en el camino".
Otro factor que considera que está pesando en el conflicto es que en UGT se ha vivido "por encima de las posibilidades, ya desde la época de Nicolás Redondo". Jesús Urrutia denuncia hábitos perniciosos, como que no exista, un reglamento de los liberados, y, que haya muchos dirigentes "con la única obsesión de mantener chiringuitos abiertos". No quiere dar nombres, pero apunta a los sindicalistas que no tienen empresa donde volver y que temen que cualquier cambio les lleve por deIante. Urrutia desconoce las consecuencias de una guerra a muerte iniciada cuando desapareció "el manto protector de Nicolás Redondo".
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