Condenado a 10 años un taxista que mató a su esposa por celos
La Audiencia Provincial de Madrid ha condenado a 10 años de prisión mayor al taxista Emilio H. D. por un delito de parricidio al matar a su esposa durante una pelea motivada por los celos, y le impone, además, la obligación de indemnizar a uno de sus hijos con 10 millones de pesetas.En una sentencia, de la Sección Quinta de la Audiencia, se fundamenta que el acusado pasó de un estado de obcecación a un momento de arrebato, motivo por lo que atenúa su pena.
La Sala declara probado que, tras 22 años de matrimonio, en 1993 surgieron desavenencias conyugales debido a que la esposa, M. C. M. Q., comenzó a quedar con amigas más jóvenes, a pasar alguna noche fuera de casa y a llegar muy tarde.
Además, los cónyuges interrumpieron sus relaciones matrimoniales y pasaron a ocupar habitaciones diferentes.
El tribunal añade que el acusado sentía una gran admiración por su esposa, de la que estaba profundamente enamorado y a la que "consideraba guapa y buena, pero sospechaba que ésta había iniciado una forma de vida no recomendable por imitación de sus amigas
"La esposa no llegó a dormir a casa en la. noche del 11 al 12 de marzo de 1993, por lo que el procesado pasó por las inmediaciones del domicilio de una de las amigas y observó que salía del mismo hacia a las diez menos cuarto de la mañana abrazada a un hombre", según la sentencia.
Corazón estrujado
La resolución explica que "el acusado sufrió en ese momento una fuerte conmoción, que calificó de estrujamiento del corazón, pero continuó trabajando ese día, aunque en malas condiciones anímicas, hasta que regresó a su casa algo más tarde de la una del mediodía".
Una vez allí, con "gran tristeza y excitación", comentó a su hija lo que había visto, repitiendo obsesivamente frases como "tu madre sale con otro hombre", "he visto a tu madre con otro hombre", "era la única mujer de mi vida" y "se lo he dado todo".
Cuando llegó la esposa comenzó una fuerte discusión, que se originó al preguntar el acusado por el sitio en el que había estado, a lo que ella respondió que no le importaba. La discusión continuó varios minutos con insultos mutuos y en la misma, según recordaba la hija, ella le decía que era un calzonazos y que aquella noche se lo había pasado muy bien".
Así, "en circunstancias que no se conocen y sin que pueda afirmarse si el acusado tenía ya una navaja en la mano antes de la discusión o la cogió durante la misma, amenazó con el arma, de más de 15 centímetros, a su esposa". La sentencia relata que "ésta fue hacia él llamándole de nuevo calzonazos y poco hombre y el procesado, casi cegado por la furia momentánea, le asestó varias puñaladas en cuello, axila, tórax, abdomen y espalda", que le produjeron la rnuerte".
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