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Cuatro años para la madre y la abuela del bebé asfixiado

BEGOÑA AGUIRRE. María Soledad Nieto Benito, de 25 años, y Josefa Benito Mejías, de 50, madre y abuela, respectivamente, de Zuleica, una niña de 16 meses que falleció asfixiada el 28 de marzo de 1994 mientras ambas le daban de comer violentamente, han sido condenadas por la Audiencia Provincial a cuatro años de cárcel por "imprudencia temeraria". El fiscal había solicitado 25 años de prisión por parricidio. Las dos mujeres, con un trastorno de personalidad no patológico, ingresaron en prisión preventiva en abril de 1994.

En marzo de 1994, Soledad le provocó una gran herida en la lengua a la pequeña Zuleica con la cuchara con la que le daba de comer. La niña sufría dolores y hemorragias al tomar alimentos, pero su madre no la llevó al pediatra, a pesar de que la lesión precisaba puntos de sutura. Temía que le quitasen la tutela del bebé, ya que siete años atrás le habían retirado la patria potestad de Jessica, su primera hija, por malos tratos.

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Las dos mujeres alimentaban a la niña de fórma violenta

VIENE DE LA PÁGINA 1El vecindario de Concepción Jerónima, 24 (Centro) a menudo escuchaba cómo madre y abuela gritaban e insultaban a la pequeña Zuleica, llegando en alguna ocasión a golpearla.

El 28 de marzo de 1994 la chiquilla se negaba a comer porque, la herida de la lengua le provocaba vómitos y hemorragias. Soledad perdió la paciencia y comenzó a darle la papilla con violencia, sujetándole la boca y metiéndole la cuchara a la fuerza. La niña murió asfixiada al entrarle sangre en las vías respiratorias.

Madre y abuela cogieron un taxi y trasladaron a la pequeña a un ambulatorio. Pero ya era inútil. Las heridas que presentaba la niña en la boca alertaron, a policías y sanitarios sobre las circunstancias del fallecimiento.

La sala decimosexta de la Audiencia Provincial ha encontrado a madre e hija culpables de un delito de imprudencia temeraria desechando la acusación fiscal de parricidio. Estiman que ambas ocultaron las heridas que la niña tenía en la lengua, impidiendo que recibiese la atención sanitaria que precisaba. Pero descartan el parricidio, porque consideran que no buscaban la muerte del bebé y que, si hubieran sabido que su actuación tendría consecuencias tan trágicas hubieran obrado de diferente manera.

La familia de Zuleica era bien conocida por los servicios sociales del distrito Centro. En agosto de 1992, cuando la pequeña contaba con sólo 20 días de vida, los asistentes recibieron la primera denuncia de malos tratos.

En julio de 1993 otra denuncia vecinal acabó en juicio, pero el juez archivó el caso. De agosto a diciembre de 1993 la Comisión de Tutela del Menor de la Comunidad de Madrid realizó un seguimiento del estado de la niña. Y no encontraron ningún indicio de violencia. En diciembre, Soledad se separó de su marido, la comisión consideró que con eso acababan las frecuentes trifulcas y dejó de vigilar.

El 10 de marzo de 1994, dos semanas antes de que, la niña falleciera, la comisión ordenó archivar el expediente. Sin embargo, los testimonios del vecindario seguían siendo preocupantes y existía un informe de los asistentes sociales municipales que revelaban la inmadurez de la joven madre, su deterioro psicológico y los graves problemas que sufría con su pareja.

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