Alcantarillas destapadas
A medida en que avanzan las investigaciones de la Procuraduría de México sobre los tres asesinatos que sacudieron al país en el sexenio pasado, más evidente resulta el entramado de manipulaciones sórdidas y burdos olvidos que jalonaron las actuaciones de los anteriores equipos de investigación.Las nuevas pesquisas en el asesinato, en septiembre de 1994, de José Francisco Ruiz Massieu, secretario general del PRI, han puesto entre rejas a dos personajes públicos: su propio hermano Mario, -ex subprocurador, y Raúl Salinas, hermano del anterior presidente. Un aroma a corrupción económica y a narcotráfico sale del expediente. Mientras, la Procuraduría ha retirado los cargos contra Abraham Rubio Canales, un estrecho colaborador del político priísta a quien Mario Ruiz Massieu acusó de ser coautor intelectual del crimen.
En el asesinato de Luis Donaldo Colosio, las investigaciones del nuevo equipo de la Procuraduría llevaron a la detención, este fin de semana, de otro miembro más del equipo de seguridad del candidato presidencial del PRI. Ahora se sabe que sus guardaespaldas colaboraron de lleno en la muerte de Colosio durante un mitin en marzo de 1994.
Algunas pruebas fueron también destruidas o, cuando menos, olvidadas en el caso del cardenal Juan Jesús Posadas, asesinado en mayo de 1993. El vehículo en el que viajaba el cardenal cuando fue tiroteado por error fue rápidamente devuelto a la empresa propietaria. Cuando se recuperó, todos los orificios de bala habían sido soldados. Tampoco se revisaron las ropas del religioso, en las que el actual equipo investigador ha hallado ahora importantes evidencias. Es posible que los tres crímenes no tengan vínculo, pero sí comparten un elemento común: las investigaciones iniciales forman parte de las negras alcantarillas del sistema.
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