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Tribuna:A LA INTEMPERIE
Tribuna
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Sobre los ángeles

Juan José Millás

Nada, que cogí el metro en Las Musas, para inspirarme un poco, y cace una de esas conversaciones en las que oyes que te conciernen, aunque no sepas por qué. Eran un par de adolescentes, chico y chica, que iban hablando de los ángeles. Ella tenía una boca grande, que se me aparece a veces en los sueños, combinada con unos ojos pequeños, capaces, sin embargo, de triturar la realidad: una musa. Él era delgado y pálido, como un arcángel, aunque se mostraba escéptico sobre la existencia de los espíritus. Ella se lo aclaró en seguida, con su boca:-Mira -le dijo-, los ángeles no son más que seres de otra civilización que se caracterizan por la ausencia de cuerpo, tampoco es tan difícil de entender. O sea, que del mismo modo que nosotros hemos conseguido construir el alma desde la materia, a lo mejor ellos, desde el espíritu puro que son, han inventado el cuerpo. Imagínate que uno de estos espíritus un poco más emprendedor que sus colegas estaba jugando un día con un pedazo de energía y de repente, izas!, la transformó en una gallina. "Coño, un cuerpo", se dijo a sí mismo con el mismo espanto que sufrimos nosotros cuando vemos un fantasma. A partir de ese instante los ángeles se pusieron a jugar con la energía y empezaron a sacar todo tipo de cuerpos, desde la libélula al calamar, pasando por el pez martillo y la sardina.

-¿Y por qué tantos cuerpos? -preguntó él.

-No sé, quizá les gustó la idea de encarnarse, igual que a nosotros nos da a veces por elevarnos a las cimas inmateriales del espíritu: ahí tienes a los místicos. Quizá el cuerpo sea la droga de los ángeles. Pero los ángeles son muy delicados y no pueden meterse en el primer cuerpo que inventan. Así que seguramente están experimentando para ver cuál es el que menos duele. Fíjate lo que hacen los fabricantes de automóviles antes de comercializar un prototipo: lo someten a toda clase de pruebas. En Alemania han llegado a utilizar cadáveres para comprobar cuál es el cinturón de seguridad más eficaz. Así que metían a un muerto en un coche y lo estrellaban contra un muro para detectar las zonas débiles. Ahora lo han prohibido y ya sólo trabajan con robots. Pues eso mismo es lo que están haciendo los ángeles con nosotros, ¿comprendes? De ahí que nos comamos unos cuerpos a otros, y que nos matemos, nos torturemos, y nos cacemos: porque alguien, los ángeles sin duda, están probando la dureza de las distintas formas corporales para dar con la más ventajosa, y la más fácil de comercializar entre ellos cuando se decidan por fin a legalizar la droga.

-¿Y el hambre es también para comprobar algo?

-Claro. Se trata de ver cómo se comportan los cuerpos en situaciones extremas. No se van a encarnar en lo primero que pillen. Imagínate que se meten en un mosquito, por poner un ejemplo, y se los zampa un murciélago.

-O en un pececillo, y se los traga un calamar.

-Se extinguirían los ángeles, con la cantidad de libros que hemos tenido que escribir para crearlos.

-Y con la cantidad de energía que han tenido que consumir ellos para inventarnos a nosotros.

-Yo -añadió él-, si fuera un ángel, me encarnaría en el cuerpo de una gaviota, para ver el mar desde arriba.

-Pues yo -dijo ella- me encarnaría en un diablo de Tasmania; siempre me han gustado las bocas grandes y los dientes afilados.

Por mi parte pensé que me encarnaría en cualquier clase de mamífero pequeño digno de ser devorado por aquella boca grande que descendió del metro a mi lado, sin mirarme, del brazo de aquel chico que parecía un ángel. O un arcángel.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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