Bubka sobrevuela Barcelona
El ucranio se toma la revancha de su fracaso en la final olímpica
Bubka comienza donde los demás terminan y acaba donde los demás sueñan. Con un ejercicio rutinario, sin ningún despliegue excesivo, Serguéi Bubka volvió a ganar el salto con pértiga. Su marca, 5,90 metros, no le dice nada, pero a los ojos de sus rivales es una altura casi inaccesible, el sueño de todos sus perseguidores.Realizó tres saltos para ganar. Comenzó sobre 5,70, donde los demás se jugaban las medallas. Es decir, apareció en plena guerra. Hizo un vuelo limpio y volvió a descansar, con la seguridad absoluta en su victoria. Sus larga década de hegemonía le permite. una perspectiva casi vertical de las vicisitudes de la prueba. Mira desde arriba porque sabe que es mejor, que tiene mejores marcas, que presenta un historial incomparable y que su nombre impone miedo a sus adversarios.
Arcos y el futuro
Mientras Bubka observaba el combate por las otras dos medallas, José Manuel Arcos abría la puerta del futuro. Arcos es un atleta joven -22 años-, pero sobre todo es un pertiguista extremadamente joven. Comenzó su carrera deportiva como decatleta. Tenía unas condiciones excelentes: físico potente, bien construido, con un tren superior impresionante. Pero sus continuas dolencias en la espalda le disuadieron de continuar en la tortura del decatlón.Su paso a la pértiga no es raro en el decatlón. Uno de sus rivales en Barcelona, el estadounidense Tim Bright, también procede del decatlón. El cambio de especialidad ha dado un resultado sorprendente. En apenas dos años, y con una temporada en blanco por una lesión en el pie, ha logrado una marca de 5,70 metros. En Barcelona ha demostrado que su futuro es ilimitado, un diamante que sólo deberá pulir su técnica. El físico y el carácter son indudables.
Arcos fue quinto con 5,70 metros. Por delante tuvo a gente consagrada como Bubka y Potapovich y a dos nuevos talentos de. la pértiga: el surafricano Okker Brits y el alemán Tiwonstschik. Lo más probable es que Arcos se acerque a todos ellos.
Bubka, naturalmente, queda muy lejos. Cuando todos se rindieron, el campeón ucranio escogió el salto sobre 5,90 metros. Rebasó esta altura en el segundo intento. Luego hizo un gesto para la galería y pidió 6,05 metros. Bubka falló. No parecía especialmente motivado para rebasar esa altura. Sólo se había aprovechado de su superioridad y de la rutina ganadora.
El triunfo del saltador ucranio le quitó uno de los escasos sinsabores que ha conocido en cuantas competiciones importantes ha participado. Puesto que en su mente, y en la de los espectadores, estaba su fracaso en los Juegos Olímpicos de Barcelona, en los que no pudo con los 5,75 metros. Olvidó ayer aquel mal recuerdo de un concurso muy perturbado por el viento cambiante que azotó entonces el estadio Olímpico en una jornada en la que se consagró Javier García Chico. El pertiguista español, ayer, no tuvo la misma suerte que entonces y no pudo tan siquiera franquear los 5,70 metros, que era el mínimo que se había trazado. Fue otra de las pequeñas decepciones de una jornada poco propicia para el atletismo español.
El cubano Iván Pedroso impresionó con un salto de 8,51 en longitud y ganó con un margen de casi medio metro sobre el estadounidense Greene. Fue un buen día para los saltadores. En el triple salto femenino, la rusa Yolanda Chen batió el récord del mundo con 15,03 metros. Es la primera mujer que rebasa la barrera de los 15 metros en pista cubierta. El anterior récord estaba en posesión, desde febrero de 1994, de su compatriota Inna Lasovskaya con una marca de 14,90 metros.
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