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FÚTBOL SEGUNDA DIVISIÓN

El Rayo se conforma con un tibio triunfo

Los de Paquito no quisieron despellejar al Mérida, que jugó 45 con nueve

Carlos Marcos

Ganó el Rayo al líder, pero salió el aficionado madrileño refunfuñando, como cabreado. Luego, delante del aperitivo, expondría sus quejas: "¡Hombre, es que hemos jugado todo el segundo tiempo contra nueve y no hemos hecho ningún gol!". El razonamiento es correcto, pero el que puede argumentar el técnico y los jugadores rayistas, también: se ha ganado a un directo rival por la lucha por el ascenso y además se ha mejorado la diferencia de goles particular, ya que el Mérida venció en su terreno por la mínima (1-0).El Mérida tuvo un paso fantasmagórico por Madrid. Si no llega a ser por los festivos 3.000 seguidores que acudieron a Vallecas se podría imaginar que allí no había ningún representante extremeño. Por el campo se movían unos chicos de rojo, pero cada vez eran menos y mas cabizbajos.

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Todavía no habían tocado el balón la mitad de los jugadores extremeños cuando ya les había caído un yunque encima: tenían un gol en contra (marcado, para mayor fatalidad, en propia meta por Salguero) y un jugador menos. Esta última circunstancia hay que ponerla en el saco positivo de Onésimo.

Tenía Momparlet una tarjeta amarilla cuando Onésimo cogió el balón, levantó la cabeza (sí, a veces también lo sabe hacer) y miró a su derecha, pero no encontró su objetivo. Su presa estaba en la izquierda. Momparlet picó, metió la pierna y el pequeño delantero del Rayo exageró la caída. El Mérida, con un jugador menos.

Todavía podía dar guerra el Mérida. No es la primera vez que un equipo con 10 levanta un partido. Pero los dos últimos minutos de esta primera parte les sepultaron. El proyectil de Chesa que acabó en la red abrió la herida; la expulsión de Monreal mandó al Mérida al hospital. Daba pena ver a los nueve jugadores del Mérida salir a disputar los segundos 45 minutos. Cabizbajos, comenzaron a perder tiempo desde el primer segundo. Onésimo, mientras tanto, se relamía. "Me voy a hinchar", debió pensar. Y desde el primer minuto contó con espacios para correr a sus anchas. Quince minutos duró el atracón de Onésimo. En ellos estrelló un balón en el larguero, dio un par de balones de gol, se regateó a los pocos jugadores emeritenses que quedaban y provocó un par de penaltis.

El árbitro sólo señaló uno, que el propio Onésimo desperdició. Y como sus compañeros no estaban por la labor de humillar al Mérida, de despellejar a un rival que jugaba con nueve, también él decidió dormir. La pereza del Rayo fue tal que los aficionados extremeños acabaron por acompañar con olés las jugadas trenzadas de su equipo.

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Sobre la firma

Carlos Marcos
Redactor de Cultura especializado en música. Empezó trabajando en Guía del Ocio de Madrid y El País de las Tentaciones. Redactor jefe de Rolling Stone y Revista 40, coordinó cinco años la web de la revista ICON. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Madrid.

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