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PODER JUDICIAL Y PODER POLÍTICO

Ruido de togas

Una veintena de jueces realiza en la actualidad funciones políticas

Los jueces encaman el tercer poder del Estado, pero muchos no resisten la tentación de picotear en los otros dos. A menudo, es un viaje de ida y vuelta, con rupturas abruptas como la renuncia de Ventura Pérez Mariño a su escaño socialista o la de su compañero de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón. Pero también se dan acoplamientos duraderos, como el de Fernando Ledesma, ex ministro y presidente del Consejo de Estaado. Actualmente, una veintena de hombres y mujeres del Poder Judicial realizan funciones políticas y otro medio centenar participa en órganos constitucionales como el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) o el Tribunal Constitucional:La atracción política de parte de la judicatura se manifestó con la democracia. Los pioneros. fueron Joaquín Navarro y el ya fallecido Plácido Fernández. Ellos iniciaron el goteo en 1977, cuando los compromisos ideológicos eran muy fuertes. "Para mí no había diferencia entre ser juez y militante político" explica Navarro; "milité desde 1974 en el Partido Socialista Popular y en Justicia Democrática de forma simultánea". "En realidad", confiesa, "me siento más político que juez".

Casi 20 años después, los lazos ideológicos se han aflojado dando paso a coincidencias más parciales. Margarita Robles, secretaria de Estado de Interior y juez -"juez mejor que jueza- desde los 23 años, alude a la concordancia entre su forma de entender la administración de justicia y el programa socialista: "Tengo una visión de la justicia como servicio público. Esta es una oportunidad para trabajar por esas ideas desde el Ejecutivo y aportando mi experiencia".

Entre uno y otra no han faltado los saltos espectaculares. En 1986, cuando aún se creían posibles los experimentos políticos, Federico Carlos Sainz de Robles, ex presidente del CGPJ, desembarcó como líder madrileño de la operación Roca. Él fue el primer fichaje estrella del mundo- judicial: "Entonces no me sentía representado como ciudadano por ninguna fuerza política. Ésa fue una de las razones de peso".

Los jueces siempre han actuado en la política española. Pero nunca tuvieron tanto protagonismo: la última campanada la ha dado Pérez Mariño abandonando el Poder Legislativo tras pedir la dimisión del jefe del Ejecutivo, Felipe González. Además, los tres poderes están pendientes de la instrucción de Garzón del sumario de los GAL. Por el lado del Gobierno, el ministro más activo es otro juez, Juan Alberto Belloch, rodeado de dos más, Robles y María Teresa Fernández de la Vega..

Las razones que impulsaron a los principales protagonistas de las discordias actuales a incorporarse. a la cosa pública fueron parecidas. Pérez Mariño se fue al Parlamento "por el desprestigio de lo político" y eligió el grupo socialista porque era su sitio "lógico" Garzón pensaba que "el programa electoral socialista era el mejor instrumento para la regeneración social de este país". Y Belloch ha comentado en privado su vieja vocación política y la ocasión de realizarla en la familia socialista.

La realidad ha demostrado, sin embargo, que el encaje de los magistrados es, a menudo, complejo. Es más, alguno no ha salido aún de su asombro. Sainz de Robles, por ejemplo, conserva su incredulidad por varias de las experiencias vividas durante la campaña de 1986: "Poco antes de comenzar un acto, se me acercó una persona de mi equipo y me pidió una frase que resumiera mi intervención. Me explicó que un periodista no podía esperar al final. Como nos interesaba aparecer al día siguiente en los titulares, le tenía que dar en ese momento una frase. Me quedé atónito". "En un debate televisado sobre la Administración pública", prosigue, "pedí la palabra porque llevábamos una hora y no habíamos hablado de nuestras ideas para mejorarla. No conseguí gran cosa y, al acabar, un asesor me explicó que en ese tipo de debates lo más importante no era exponer ideas, sino aparecer el mayor tiempo posible por la pantalla. Todo esto chocaba tanto con mi formación de jurista, con el rigor aprendido, que me parecía increíble".

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Los choques se han multiplicado. Juan Antonio Xiol, actual miembro del CGPJ y director general de Justicia entre 1980 y 1985, opina que las deformaciones profesionales de un juez le suponen alguna dificultad para transitar por el terreno político: "Estamos acostumbrados a trabajar, en solitario. Juzgamos de acuerdo a nuestros criterios, sin dar cuentas. La política es un trabajo colectivo y debes comprometerte con un proyecto. Si el juez se ha convertido en demasiado individualista, tendrá problemas de adaptación".

Desde luego, la sujeción a una disciplina no es lo más apetecido por los jueces. Muchos reconocen que en esa asignatura no obtendrían un sobresaliente. Fernández de la Vega -"mejor jueza que juez"- secretaria de Estado de Justicia, indica que los jueces están acostumbrados a trabajar sin jefes y por eso quizá algunos tengan dificultades. "Pero", insiste, "yo creo que es más real hablar de los jueces uno a uno, con sus características, que de un colectivo uniforme".

Xiol no tuvo grandes problemas: "Disfruté siempre de todas las posibilidades para defender mis argumentos ante el ministro o el subsecretario. Recuerdo que, a veces, las discusiones eran muy largas porque cada uno trataba de convencer - a los demás. Por tanto, tuve mucha libertad para formar la opinión del ministerio. Naturalmente, todos nos comprometíamos después con el resultado". Robles zanja el asunto de forma más draconiana: "Nunca he tomado una decisión contraria a mis principios".

Navarro sí tuvo problemas con el grupo parlamentario socialista. Incluso logró una marca nada desdeñable: enemistarse a la vez con González y Alfonso Guerra. Terminó por darse de baja: "El detonante fue la ley antiterrorista. Yo no podía votar a favor de aquello porque me parecía que facilitaba la tortura y el terrorismo de Estado. Como jurista, una aberración insoportable. Creo que los parlamentarios deben ser disciplinados en las grandes decisiones, cuando afectan a aspectos esenciales del programa electoral, pero en lo de más, en el 80% de los casos, la disciplina es sobre todo una forma de control de la dirección".

En lo que sí hay coincidencia es en la atracción que supone para los encargados de aplicar las leyes la posibilidad de redactarlas. Fernández de la Vega conoce bien el problema: "Sabemos por propia experiencia los problemas de una ley mal hecha. Por eso realizamos un esfuerzo muy serio para. que los proyectos de este departamento sean precisos. Un artículo mal redactado causa hiperactividad judicial".

Xiol ha analizado los distintos procesos mentales por los que pasan un juez y un político para tomar una decisión y llegado al "teorema del trienio": "Corno juez del Supremo, debo resolver la petición de un trabajador reclamando su derecho a percibir un trienio. En ese caso, acudiré a la ley, revisaré la jurisprudencia y, tras una reflexión lógica, llegaré a una conclusión. Como político, antes de decidir, observaré si otros colectivo s pueden sentirse agraviados y pedir lo mismo, qué coste tiene esta medida, si este incremento puede repercutir en un recorte de Hacienda para el presupuesto de obras... Sólo después de 20 llamadas telefónicas estaré en condiciones de decidir., Como político, debo preocuparme de las consecuencias de mis decisiones y de otros aspectos colaterales. Como juez, no; sólo me interesa la aplicación *correcta de la ley". Sainz de Robles va más allá: "La política y la judicatura son dos vocaciones incompatibles".

Aunque ser juez es una dedicación que imprime carácter, extraer consecuencias generales es un ejercicio arriesgado. Un ejemplo: la asociación. Jueces para la Democracia ha aportado a la Administración socialista algunos. de sus valores más sólidos, pero también los críticos más acérrimos. Pérez Mariño, Navarro, Belloch y Ledesma proceden, de la misma escuela, aunque los resultados sean diferentes.

Robles no ve en esta diversidad un elemento de preocupación: "Es normal que personas de la misma asociación judicial lleguemos a conclusiones políticas distintas. La coherencia es algo personal. Yo me considero coherente porque lo que hago de cara a la sociedad tiene coherencia con mi pensamiento".

Fernández de la Vega ofrece una reflexión: "Los independientes solemos tener más relación con el Ejecutivo porque los Parlamentos están más relacionados con las elecciones y ahí cobran mayor peso los partidos. Los 12 años del Gobierno socialista han propiciado un acercamiento de jueces progresistas a altos cargos. Cuando sea de otro signo, probablemente otras asociaciones provoquen más trasvases". Trasvases que enriquecerán la vida política, aunque también generaran nuevos conflictos. Las recientes trifulcas son sólo las penúltimas del ruido de togas.

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