La campaña electoral francesa da un vuelco y Chirac se coloca como favorito
La campaña electoral francesa ha dado un vuelco cuando aún faltan siete semanas para la primera votación. Jacques Chirac, que en enero parecía ya descolgado, se ha convertido en favorito. Y Édouard Balladur se deshincha. En la guerra de los jefes gaullistas se han invertido los papeles, y en el bando balladurista aparecen indicios de pánico. Aunque todo está aún en el aire, los sondeos son muy negativos para el candidato primer ministro, quien se arriesga a no llegar siquiera a la segunda y definitiva vuelta.
Dos encuestas publicadas ayer coincidieron en vaticinar que la segunda vuelta enfrentaría a Chirac contra el candidato socialista, Lionel Jospin. Para la primera vuelta, un sondeo auguraba un 20% de los votos para Balladur, un 25% para Chirac y un 23% para Jospin. Otro sondeo auguraba un 20% para Balladur y un 21% para Chirac y Jospin. Respecto a la segunda vuelta, ambos auguraban una cómoda victoria de Chirac, por 55% contra 45%, frente a Jospin. Pero esto no era lo más grave para Balladur. Mientras los potenciales votantes de Chirac decían estar seguros de su voto, los de Balladur no estaban aún convencidos. La base electoral del alcalde de París se extiende rápidamente, y al mismo ritmo se encoge la del primer ministro.Debido a la práctica desaparición de François Mitterrand de la vida pública, Balladur se ve encajonado en el incómodo papel de "presidente saliente", pese a no haberlo sido nunca, y su situación recuerda en muchos aspectos a la de Valéry Giscard d'Estaing en 1981: un gestor acreditado, favorito en los sondeos, cuya popularidad se desvanece a media campaña en beneficio de un eterno perdedor que sabe envolverse en la bandera del "cambio": entonces Mitterrand, derrotado ya en dos elecciones, ahora Chirac, también dos veces perdedor.La tradición indica que quien pierde terreno justo antes de la recta final ya no consigue recuperarlo.
Los mercados financieros parecen haber asumido ya que Balladur ha perdido la condición de favorito y que Jacques Chirac puede ganar. Tras la inestabilidad monetaria y bursátil de la semana pasada, cuando empezó a percibirse la arrancada de Chirac, las cosas han vuelto a la normalidad, y alzas y bajas se atribuyen a factores ajenos a la política doméstica. Balladur amenazó el jueves con un desastre económico en caso de triunfo de Chirac, afirmando que su programa de creación de empleo engordaría la deuda pública y hundiría el franco: no hubo reacción en los mercados.
El chiraquista ministro de Exteriores, Alain Juppé, proclamó ayer la necesidad de "evitar el triunfalismo", pero reconoció que los indicadores mostraban "la formación de un gigantesco movimiento en torno a Chirac". El ministro de Industria, el balladurista José Rossi, admitió a su vez "el ascenso incontestable de Chirac" y agregó: "Hemos cometido algunos errores estratégicos", refiriéndose a la candidatura de Balladur, "pero aún estamos bien colocados y en las próximas semanas las cosas volverán a la normalidad".
El primer ministro-candidato se ve en la necesidad de cambiar toda su estrategia de campaña. En los próximos días, Balladur prodigará sus apariciones públicas. Según sus portavoces, adoptará "una nueva actitud, más agresiva, para mostrar que sabe reaccionar en momentos dificiles". También se anuncia que Charles Pasqua, ministro del Interior y hombre fuerte del balladurismo, se dedicará a atacar sistemáticamente a Chirac. "Ahora es Chirac el favorito, el candidato a batir, y le lloverán las críticas desde todos los flancos. La presión está sobre él, y sabremos aprovecharlo" dijo un portavoz del cuartel general de Balladur.
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