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Las sirenas de París suenan a las ocho de la mañana

Enric González

Los franceses son gente madrugadora. Y en París, con, toda su vida nocturna, las calles se ponen temprano. El metro, por ejemplo, empieza a funcionar minutos después de las cinco -entre las 5.00 y las 5.15, depende de las líneas-, y a las seis de la mañana abren las cafeterías, salvo en el centro urbano, donde la hegemonía del comercio impone un ritmo más perezoso. Los cruasanes habrán entrado en los hornos hacia las cinco de la mañana, para llegar todavía con calor a las mesas de los bares de Les Halles.A las seis de la mañana empieza el primer turno en algunas fábricas de los alrededores de la ciudad, aunque últimamente los horarios se han retrasado o flexibilizado y, en general, se ficha entre las siete y las ocho, según las estadísticas del sindicato Fuerza Obrera.

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Amanece Madrid

Para la gran mayoría de los ciudadanos parisienses dedicados a tareas administrativas, las sirena s suenan a las ocho. Como en Madrid, la hora punta se sitúa en torno a esa hora, con un fuerte tirón de atascos a las siete que remite sobre las nieve. A las ocho, las oficinas, los ministerios, los supermercados, las delegaciones de Correos y los bancos (aunque algunos se demoran hasta las nueve), metro y autobús circulan abarrotados y el tráfico de entrada y salida se congestiona. Pero se llega puntual al tajo.

Según cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, el absentismo global (retrasos, bajas, permisos retribuidos) hace perder en Francia un 7, 1 % de las horas de trabajo, bastante menos que en España, Alemania o el Reino Unido.

Los críos tampoco tienen mucho margen para remolonear en la cama: a las ocho y media empiezan las clases en la escuela pública.

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