El Barcelona se aferra a su destino
Los goles de Jordi y Begiristain doblegan al Compostela e impulsan a su equipo
El elefante, aplastó a la hormiga. Ganó el Barca, se cumplió el orden natural y los azulgrana pueden seguir soñando con dar caza al Madrid. Pero la apreciable diferencia de tamaño entre los dos contendientes se fue atenuando tanto con el devenir del juego que al final ya costaba trabajo distinguir entre el elefante y la hormiga. Porque el Barca marcó gracias a dos errores locales y acabó el partido acorralado contra la pared.La ruleta que suele poner en marcha Cruyff antes de cada partido deparó ayer una alineación desconcertante, casi rozando el capricho. Sólo un hombre capaz de mirar las circunstancias cotidianas del fútbol desde el pedestal de los grandes ídolos se atrevería a jugarse su crédito como lo hizo ayer el holandés. En un momento delicadísimo para su equipo y en una jornada propicia para reducir terreno con el Madrid, va Cruyff y deja en el banquillo a Koeman y a Bakero.
El transcurso del partido pudo cambiar radicalmente cuando el balón apenas llevaba tres minutos acariciando la pradera. Desentrañar el dibujo del Barça era una tarea propia de expertos en el alfabeto egipcio. Begiristain y Amor iban y venían de un extremo a otro del campo, mientras Eskurza miraba perplej6 al banquillo sin entender muy bien por qué toda la inmensidad de Ja banda derecha le correspondía a él solito. Ferrer, casi en posición de central, tampoco parecía saber muy bien cuál era su sitio en aquella fiesta. Con el Barça buscando acomodo, apareció de repente Christensen, se fue por velocidad de la defensa y se plantó ante las narices de Busquets. El danés controló mal la pelota, se le adelantó en exceso y el meta azulgrana llegó a tiepmo de salvar el gol. Ahí tuvo el partido el Compostela.
El Barça se recobró del susto, y apenas desenvainó la espada abrió una tremenda herida en las zonas vitales del Compostela. En 10 minutos Stoichkov aún no había olisqueado el cuero. Recibió el búlgaro en su banda, cambió hacia Eskurza y éste respondió con un centro delicado y preciso hacia la cabeza de Jordi. La defensa del Compostela estaba en cualquier lugar menos donde debía estar y el pequeño Cruyff sólo tuvo que golpear un poquito.Entonces Guardiola cogió el compás y rompió filas. El Compostela había llenado el centro del campo de alambres de espino. Le faltaba el talento del lesionado Fabiano y a los gallegos ya sólo les quedaba el músculo y la fe. Arguilentos futbolísticos, ninguno. En aquel territorio minado, sólo un tipo con la mente despejada como Guardiola podría ofrecer algún instante de belleza. Pero el Barça sólo se movió cuando Guardiola pudo despejar el camino. Arriba, Stoichkov estuvo de vacaciones y Jordi languideció con ese aire desamparado que se gasta el chaval.
La mano invisible que dirige los partidos decidió darle una segunda oportunidad al Compostela al poco de la reanudación, pero el cuerpo de Amor se interpuso ante el remate de Lekumberri. Los gallegos no sólo perdieron sus boletos de gol, sino que al poco rato regalaron el segundo tanto al Barça.
Cuando el Barça se disponía a vivir plácidamente la última media hora, se abrió la caja de las sorpresas. Llegó el gol de Llorente, el estadio tronó y el elefante se echó a temblar. Su minúsculo rival, sin más recursos que el coraje y el pelotazo, le fue conduciendo a la trinchera. Increíble: el BarQa acabo pidiendo la hora.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.