_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El divorcio

Juan José Millás

Recuerdo muy bien la boda de Chábely, no ya porque fuera recibida como el acontecimiento público más oligofrénico de la década, sino porque consiguió congregar en torno a él a representantes de todas las fuerzas sociales. Efectivamente, ningún otro suceso público ha gozado de aquella capacidad de convocatoria: asistieron representantes de las finanzas, de las artes y las letras, de la política, de la Iglesia, del Ejército, de la canción... Por decirlo de un modo rápido, asistió todo el mundo. Quizá no vuelva a darse otro suceso, subnormal o no, en el que coincida gente tan importante y tan dispar como en aquel enlace, en torno al cual España entera logró ponerse de acuerdo durante algunas horas; al menos, claro, que a la Complutense le dé por nombrar honoris causa a De la Rosa. Hay doctorados honoris causa que, sin resultar mucho más inteligentes que esta clase de bodas, también tienen la virtud de reunir a cantidad de gente y de conciliar, por tanto, voluntades antagónicas. O sea, que tampoco hemos olvidado la ceremonia por la que Mario Conde fue investido doctor honoris causa. No resultó, desde el punto de vista de la variedad antropológica, tan completa como la de la boda de Chábeli, pero compitió con ella en talento artístico y consenso político.

Malo fue que encarcelan a Conde cuando aún teníamos en la retina, además de su imagen de doctor, la fotografía de los invitados al acto. Pero lo que no creo que este país pueda soportar mucho tiempo es el divorcio de Chábeli. En eso se nota que las cosas van mal y no en la cotización de la peseta: si se nos caen los símbolos en los que se concentra todo el significado de una época, estamos perdidos. Yo les pediría a Chábeli y a Bofill que se lo piensen antes de destruir su matrimonio. Si no por ellos, que lo hagan por España. Muchas gracias.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_