Steve Young sube al altar y San Francisco hace historia
El fútbol americano tiene un nuevo rey: Steve Young. Cumplió con los pronósticos, con las expectativas, consigo mismo. Batió los records de Joe Montana y ganó una Superbowl, la 29ª edición. No pudo pedir más. Fue votado el jugador más valioso y su equipo, el San Francisco 49ers, hizo historia al arrasar a San Diego Chargers por 49-26 y sumar su quinto título de Liga el domingo por la noche en el estadio Joe Robbie, de Miami. La única nota que empañó la fiesta fueron los disturbios ocurridos, en San Francisco al término del partido. Decenas de personas fueron detenidas por la policía.Vive la dinastía roja, la misma que sumó títulos en las temporadas de 1981, 1984, 1988 y 1989. Para muchos, esta edición es la mejor de todas, un ataque múltiple y explosivo sin precedentes. En sus tres partidos de eliminación, los 49ers sumaron 131 puntos -incluyendo 38 frente al bicampeón Dallas Cowboys- otro récord de Liga.
"Nunca he visto un ataque igual. Es una auténtica máquina", declaró Hank Stram, un ex entrenador cuyo club, el Kansas City Chiefs, ganó el Superbowl y fue el modelo del juego ofensivo durante los años setenta.
"Tenemos que ser el mejor
equipo ofensivo de la historia", agregó Jesse Sapolu, uno de los bloqueadores de los 49ers. "El partido frente a Dallas era para decidir cuál de los dos clubes era el más chulo del vecindario. No pudieron con nosotros y San Diego tampoco".
El domingo, Young fue el autor de seis lanzamientos de touchdowns, superando por dos el récord de Montana. El primero sucedió en el minuto uno con 24 segundos, un zarpazo de 44 yardas a las manos del ala Jerry Rice. El segundo vino en el minuto cuatro con 55 segundos, otro flechazo, éste de 51 yardas, a las manos del corredor Rickey Watters.
Fueron los dos touchdowns que más rápidamente se pueden conseguir en el inicio de un Superbowl. Los Chargers respondieron con su propio touchdown en la próxima serie, pero la suerte del club estaba echada. Los representantes de la Conferencia Americana no ganan una final de Liga en 11 años por una sencilla razón: las grandes figuras individuales del deporte militan en la Conferencia Nacional. Young no cometió ni un solo error. Fue un espectáculo que deleitó a más de 74.000 espectadores.
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