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Reportaje:ESQUÍ

El otro milagro de Sierra Nevada

El deporte invernal español hizo el ridículo olímpico en 1994 y ronda otro suspenso en los Mundiales

El año 1994 fue deslumbrante para el deporte español, pero no comenzó precisamente con brillantez. Menos mal que el ridículo olímpico invernal cosechado en febrero en los Juegos de Lillehammer fue debidamente tapado después por el tenis, el ciclismo, el atletismo y bastantes modalidades más.Ha pasado sólo un año y, tras el suspenso rotundo de entonces, el esquí español tiene ante sí otro examen, del que sigue sin saber la mayoría de las asignaturas. Cuando aún se espera el milagro de que los Campeonatos del Mundo se puedan disputar en Sierra Nevada, faltaría otro para que el desastre no continuara. Y quizá más difícil todavía.

Desde la cita olímpica noruega ha habido algún detalle de mejoría, pero el panorama hispano sigue siendo desalentador. Y más aún al desentonar tanto en la comparación general con el notable nivel que ha mantenido el deporte español después de los Juegos de Barcelona 92. El desastroso trabajo federativo de los últimos 10 o 12 años se está pagando demasiado caro tras la retirada de Blanca Fernández Ochoa, la única joya insólita que luchaba en la élite.

El vacío que incluso tenía junto a ella no será nada fácil de llenar. La modesta aspiración directiva para los posibles Mundiales se centra en meter a algún esquiador entre los 10 primeros. Una de las disculpas esgrimidas del fracaso de Lillehammer fue que el do de pecho se daría en Sierra Nevada. Pero después de la cita noruega incluso se debió cambiar todo el grupo técnico. "Me he encontrado un equipo destrozado", llegó a decir a principio de temporada el nuevo responsable máximo, Carlos Salvadores. Y también añadió que esperaba meter a dos chicas en primera serie, es decir entre las 15 primeras que salen en cada prueba de Copa del Mundo. No estaba del todo descaminado, porque sólo dos esquiadoras tienen posibilidades de brillar en la mísera y larga travesía de la tundra que vive el deporte invernal español.

Ainhoa Ibarra, 23ª en la lista mundial de gigante de la Federación Internacional de Esquí (FIS) en octubre, ha subido al puesto 21º. El 27 de noviembre consiguió un 12º lugar -al estilo de los días malos de Blanca Fernández Ochoa, eso sí- en el gigante de Park City (Estados Unidos). Pero el problema de la esquiadora vizcaína es su veteranía. Su carrera está a punto de finalizar. Estos Mundiales deberían ser casi su última oportunidad. En Lillehammer volvió a ser, ya la mejor española, al situarse por la barrera de los 20 primeros puestos, y ahora podría superarse. Pero estar entre las 10 mejores hubiese adquirido ya caracteres milagrosos. Ella misma, en supergigante, ha empeorado su posición mundial y ha bajado hasta la pobre 75ª.

La única esperanza real de brillo en el futuro del esquí español es la granadina María José Rienda, aunque partiendo aún de humildísimas posiciones: 48ª mundial en gigante y 85ª en supergigante a principio de temporada. Bajó aún más, a los puestos 53º y 89º, respectivamente, tras fallar en las primeras pruebas antes de fin de año, pero fue 20ª el 8 de este mismo mes en el gigante de Haus (Austria), lo que confirma su progresión.

Tras ellas, sin embargo, casi la nada. En Sierra Nevada está previsto que participen también Mónica Bosch, Luis Cristóbal y Ovidi o García. Ana Galindo y Javier Ubeira se lo debían ganar el fin de semana. Pero todos rondan o superan en la lista mundial el puesto 100º. Bosch logró sus primeros puntos en la Copa del Mundo al ser 29a (puntúan 30) en el eslalon del 27 de noviembre en Park City. Pero su mayor mérito fue terminar. Quedó última. Es algo que ya suena a casi todos. A Ovidio García, en Lillehammer, por ejemplo, el mejor de este grupo. Aún ahora es 61º mundial. El riesgo continúa. ¿Merece la pena para ellos que se salven los Mundiales?

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