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lsabelle Autissier, por radio: "Tengo comida y agua de sobra para aguantar"

Las autoridades australianas temían ayer encontrar nuevas dificultades para rescatar a la navegante francesa Isabelle Autissier. Las balizas que emiten señales para su localización se están quedando sin pilas. Dos aviones continuaban observándola desde el aire. El Darwin, una fragata del Ejército australiano, con un helicóptero a bordo, esperaba llegar a su altura -en la zona conocida por los marinos como los 40 rugientes, en el océano índico, a 840 millas al sur de Tasmania- la madrugada del domingo. Ayer se pudo hablar con ella por radio. "Tengo comida y agua de sobra para aguantar", fue el comunicado de Autissier.

Isabelle Autissier, participante en la regata Vuelta al Mundo con escalas, lleva tres días amarrada al casco de su nave, sin mástil y sin timón, con una vía de agua en la popa y acudida por vientos de más de 100 kilómetros por hora y olas de 15 metros de altura en una zona subantártica, de bajísimas temperaturas. El único alivio a su situación le llegó ayer desde el aire: uno de los dos aviones que se relevan para controlar su situación le hizo llegar una radio con la que estableció comunicación con uno de los aeroplanos, un Orion P3C antisubmarinos."Estoy bien y no me hundo", fueron las primeras palabras de Autissier, de 38 años. La navegante francesa añadió que el compartimento de popa de su barco, el Ecureil Poitou Charentes 2, estaba inundado y que había perdido toda capacidad para guiarlo. "Ella nos indicó", cuenta uno de los funcionarios del servicio de socorro marítimo, "que había un agujero de metro y medio de diámetro en el techo del yate, pero que había logrado cubrirlo con una pequeña vela para protegerlo del agua. 'Tengo agua y comida suficiente hasta el domingo', nos dijo".

La mayor parte de la conversación se centró en consejos para ahorrar pilas de las balizas y sobre cómo actuar cuando el Darwin, que por diversos problemas ha retrasado su marcha, la alcanzara.

"Debe de estar realmente cansada", contó otro de los rescatadores, que temía la llegada de un nuevo frente frío que dificultara más aún el rescate.

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