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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Coeducación

La reciente Polémica sobre la presunta ineficacia y el fracaso de la coeducación ha hecho que ya se levanten voces pidiendo una drástica segregación en las aulas. He oído al respecto alegaciones referentes a los traumas que puede causar, en un determinado margen de edades, la convivencia con el sexo opuesto; no me ocuparé de ello. Lo que sí me ha sorprendido muy negativamente ha sido la postura de quienes sostienen que, dado que a una edad determinada el sexo determina la superioridad intelectual de la mujer sobre el hombre, es conveniente que adaptemos la instrucción a esa circunstancia, y de ahí el apartamiento propugnado.Semejante argumentación ignora una aspiración fundamental. No seré yo quien niegue esa diferencia intelectual, ni siquiera es un asunto que me interese. Lo que sí me parece una perversidad es reducir la escuela, y en especial la escuela pública, a un centro de pura y simple instrucción cultural e ignorar que, en la práctica, ha llegado a convertirse en el último reducto de la sociedad. Rechazar su función de intercambio social, de relación con el sexo opuesto, de aproximación a gentes de diferentes estratos sociales en beneficio de una mejor calidad de instrucción recibida, acabará por convertirla en una pragmática y amoral fábrica de cerebros al servicio de la nación. ¿Alguien osará negar que la disponibilidad económica no condiciona también el rendimiento escolar?, ¿acaso el dinero no facilita un mejor acceso a la cultura?, ¿por qué no propugnar entonces la segregación de aquellos muchachos que, debido a su situación familiar, no disponen de las mismas comodidades para desarrollar su capacidad? Mucho me temo que la abolición de la coeducación no sea más que un contubernio entre Estado y funcionarios para adaptar la enseñanza a las exigencias del docente.

El verdadero problema consiste en ceder una parte de la calidad de la instrucción recibida en beneficio de la importante labor social que la escuela, y en especial la escuela pública, está obligada a desarrollar.-

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