Un herido grave tras una partida de billar en la que los jugadores apostaron su vida en Vigo
Estaban deprimidos. Es la única motivación que ha trascendido de la apuesta a muerte que cruzaron en Vigo dos hombres en una partida de billar americano: el que ganara mataría al otro. Concluida la pugna, el perdedor emplazó a su contrincante a que se cobrara la victoria. Éste no quiso apretar el gatillo, y ambos forcejearon por el control del revólver, que se disparó: la bala atravesó el cuerpo del vencedor, muy grave al cierre de esta edición.
Eran casi las tres de la madrugada de ayer. En el pub Manoplas quedaban pocos clientes. El ambiente incluso era más tranquilo de lo común en esa zona de la calle Teófilo Llorente, en el casco viejo.Nadie prestó mayor atención cuando entraron tres hombres, que, con gesto abatido, pidieron unas consumiciones y se dirigieron a la mesa de billar. Uno, José Ramón Aira Couto, de 34 años, estaba borracho. Los otros Manuel González Lago, de. 29: y Serafín Álvarez Monteagudo, de 28, viven juntos. Todos son muy amigos.Mientras colocaban las bolas establecieron las condiciones. Dos de ellos, González y Aira, se apostarían la vida. Álvarez haría las veces de árbitro y testigo. Desde el primer impacto seco saborearon la emoción de la ruleta rusa, pero más demorada y con más alternativas intermedias. No habría opción a la revancha.
Cuando la última esfera, la negra, se fue al agujero, Aira depositó el palo sobre el tapete y dirigió un gesto asqueado a González: "Está bien, ganaste. Ahora, mátame". Éste, condesacendiente, sonrió: "No seas gilipollas". Pero Aira estaba excitado: "Tienes que seguir hasta el final, tío. Las apuestas son las apuestas. No te me acojones. Mátame".
Aira se acercó a González y forcejeó con él para extraerle de la funda sobaquera el revólver del calibre 38 especial. "Utiliza esa pipa", le vociferó. La detonación puso en movimiento a los clientes que aun permanecían en el local. González se llevó la mano al costado y se desvaneció. Alguien atizó un golpe en la cabeza a Aira. A González la bala le atravesó el hígado, el colon y el duodeno. Aira sangraba.
Álvarez salió a buscar el BMW de González y todos colaboraron a, introducir en él a los heridos. Cuando circulaban a toda marcha por una dirección prohibida, se encontraron con una patrulla de la policía municipal. Explicaron a los agentes la situación y se encaminaron al hospital Xeral, donde González ingresó con un pronóstico muy grave que le llevó directamente al quirófano. A Aira le curaron una brecha del 10 centímetros.
Ninguno de los tres tiene antecedentes policiales. González posee un negocio de jardinería en Alemania. Es el único con una fuente de ingresos.
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