_
_
_
_
_
FÚTBOL PRIMERA DIVISIÓN

Raul levanta al Madrid

El Oviedo de Antic planteó serias dificultades al equipo de Valdano

Santiago Segurola

La paciencia del equipo y el instinto de Raúl levantaron al Madrid en un partido sinuoso, de esos que pintan mal desde el comienzo. La paciencia sirvió para mantenerse en pie frente a un rival que provocó dificultades muy serias a los madridistas. El instinto de Raúl ante el gol fue decisivo para derribar la resistencia del Oviedo y aligerar la tensión qué se advertía en el Madrid, sometido a demasiadas condiciones externas: el efecto de la derrota ante el Odense, el proceso electoral que se aproxima y la pasividad de una hinchada que no olvidó la herida europea.La tradición ordena que la gente ex madridista complique la existencia de su viejo equipo. Es casi un axioma. Se llaman Valdano (Tenerife), Camacho (Rayo), Floro (Albacete), Velasco (Sporting), Losada (Celta), Esnaider (Zaragoza) y Antic (Oviedo). Todos han provocado desgarros muy duros en la reciente historia del Madrid. Entre todos, Antic es uno de los que encuentra muy estimulante el placer de la revancha. Hace bien. El lado pasional del fútbol también promueve las cuestiones personales, las cuentas pendientes, las pequeñas o grandes venganzas que se ventilan las tardes de los domingos. Antic, un tipo competitivo de verdad, pasé factura al Madrid el pasado año con una victoria en Chamartín que hizo sangre. Volvió ayer con otro plan interesante, lleno de pequeñas trampas para su rival. Durante un largo trecho del partido, el Oviedo fue mejor: tuvo la pelota, se ganó más oportunidades, manejó el partido según su conveniencia y actuó con un aire de seguridad que impresionó en el Bernabéu.

Desde el principio se advirtió la tensión en el Madrid. El periodo electoral ha magnificado su derrota ante el Odense, un tropiezo muy grave en cualquier caso. Pero en estos días, nada puede abstraerse a la pugna por futuro control del club. Todo cabe en el debate, y sobre todo el equipo, que sólo puede contestar con juego y victorias. Esta carga se hace especialmente gravosa en el Madrid, un equipo que ha vivido las últimas temporadas entre la crispación y el drama. Los jugadores sienten muy probablemente que su responsabilidad se magnifica por el proceso electoral que se ha abierto en un club de las dimensiones del Madrid.

La impaciencia se observaba en los graderíos. El público, frío y expectante, sólo manifestó su aprobación al equipo en algunas fases del segundo tiempo, ya con el 2-0. Pero hasta entonces, la hinchada tuvo el aspecto de un jurado. El partido se convirtió en un examen. Es decir, fue un encuentro de alto riesgo para el Madrid, sometido a demasiados agentes externos. Resultó normal, por tanto, que su juego perdiera naturalidad y chispa. El excelente montaje del Oviedo alimentó todavía más las preocupaciones madridistas.

Carencias

El primer tiempo estuvo más cerca del monólogo del Oviedo que de otra cosa. En los cinco primeros minutos, Carlos tuvo dos ocasiones. Fue un síntoma. El Oviedo ganó la pelota y desactivó línea por línea a los locales. En ese periodo se observaron carencias fundamentales en el Madrid. Amavisca y Martín Vázquez fracasaron en las dos alas, Zamorano y Raúl quedaron, lejos del juego, la circulación con la pelota se hizo rutinaria y Laudrup se ofuscó gravemente.

Algunas veces vale la estadística para medir la actuación de un futbolista. Laudrup perdió el balón en doce ocasiones durante el primer tiempo, casi siempre por querer ejercer de Laudrup. Casi todas- las intercepciones significaron contragolpes fulminantes del Oviedo. 5n embargo, Laudrup tiene una cualidad suprema en el fútbol. No abdica de sus convicciones. Ese lado testarudo del volante madridista mete en problemas a su equipo, pero también le saca de dificultades. Finalmente el talento de Laudrup le permite sacar la jugada decisiva y el pase imparable.

Antes de que apareciera Laudrup, llegó Raúl. En un partido extraordinariamente exigente, Raúl jugó como un veterano. No se desinfló nunca, ni tan siquiera en los peores momentos del equipo. En realidad, en es os instantes descubrió su veta de excelente futbolista. Se metió entre líneas para jugar: tocó, buscó las paredes y se mostró para los centrocampistas. Pero sobre todas las cosas, Raúl está equipado con el gol, como esos coches que tienen el valor añadido del aire acondicionado, airbag y lunetas térmicas. Bien, Raúl tiene el gol.

El Madrid, que se veía enredado en el partido, respiró con el gol de Raúl. Con él vivió mejores momentos. El Oviedo se descosió un poco y por ahí apareció Laudrup, que marcó su primer tanto en la Liga. El equipo se revitalizó durante veinte minutos y luego enfrió el partido.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_