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FÚTBOL / PRIMERA DIVISIÓN

Hasta después de la muerte

La pasión de los hinchas origina peticiones insólitas: depositar sus cenizas en el césped o querer hacer allí el amor

"Señor presidente, mi marido me dejó dicho antes de morir que su último deseo era que esparciera sus cenizas en el césped del estadio Benito Villamarín. Y aquí las traigo. Le ruego me permita cumplir la última voluntad de mi José, que era muy bético".Peticiones similares a ésta se reciben en el Betis con bastante asiduidad; también en el del Sevilla, y, según comentan directivos de ambos clubes, no son las únicas que conforman el capítulo de "peticiones insólitas".

Los dos equipos sevillanos suelen aceptar estas "últimas voluntades", algunas de la cuales también se reflejan en las lápidas del cementerio sevillano de San Fernando. "Sevillista hasta después de la muerte", rezan algunas inscripciones.

Moisés Benítez, que en paz descanse, fue el primer caso que saltó a la luz. Bético hasta la médula, pidió reposar tras su muerte en la hierba del Villamarín. Eran los primeros tiempos en la presidencia de Gerardo Martínez Retamero. La familia de Moisés Benítez, quien fuera presidente de la Peña Bética de Alcalá de Guadaira (Sevilla), hizo los trámites ante la directiva para llevar a cabo su póstuma voluntad: que sus cenizas fueran esparcidas por el césped del Villa marín.

En el bando rival fue un histó rico, Pepe López, el delantero Stuka del Sevilla, el primero que pidió en su testamento que sus cenizas reposaran en el césped del Sánchez Pizjuán. Tras él, otros ocho o nueve sevillistas hicieron lo mismo. De ello da fe el gerente Manuel Vizcaíno, quien precisa que la mayoría expresaron su voluntad mediante un testamento.

La anécdota del bético o del sevillista que quiere descansar "en paz y para siempre" sobre el terreno de juego del equipo de sus amores no concluye con la petición y aceptación de la misma. Un ex consejero bético dibujaba así la escena: Estaba la familia, todos vestidos de negro; la viuda, con la urna de las cenizas en las manos, esperando en un cuarto de la secretaría bética para poder acceder al campo a cumplir la dichosa voluntad... El asunto era que el equipo aún se hallaba en el vestuario y, ya se sabe, en todos los equipos hay quien cree en meigas o le vence la superstición. Había que esperar a que se fueran todos", comenta este directivo, "una vez en el campo, uno de los empleados, un poco supersticioso también, les conminó a que arrojaran las cenizas fuera de las márgenes del campo, tras una de las porterías".

En la nueva etapa de las sociedades anónimas deportivas también se han producido anécdotas singulares no sólo en lo referente a últimas voluntades. Así, en una reunión del Consejo del Betis el secretario leyó una carta en unos términos parecidos a éstos: "Señor presidente, usted sabe que en esta institución se tiene en gran estima a ese club, pero conoce que nuestras disponibilidades económicas no dan de sí para que nuestros

,internos puedan acudir a presenciar los partidos de ese equipo. Por ello, le ruego nos facilite, al menor precio posible, los carnés de esta temporada". La carta iba firmada por un centro sanitario para enfermos mentales. La directiva concedió la petición cobrando algunos de los abonos solicitados y regalando el resto como pases de favor.

"A respirar". A eso acude cada día un anciano de unos 78 años a la sede social del Valencia. Siempre llega unos diez minutos, se fuma un cigarro y se va. "Si no vengo, me encuentro mal", asegura este aficionado. La sede social del Valencia es un santuario para una serie de seguidores, la mayoría jubilados, que cada día visitan el corazón del club para impregnarse de valencianismo. Así lo hace también el socio número uno del club, Federico Alonso, que resulta un invitado infalible. Saluda a los empleados, revisa los trofeos: hasta el día siguiente. "Ya me puedo ir, todo está en orden".

Durante el verano, los visitantes de Mestalla son otros.' Emigrantes que, de vacaciones en su tierra, se pasan por el club y piden llevarse algún recuerdo imborrable: un trozo de césped, por ejemplo. Otros, en cambio, no quieren llevarse la hierba, sino posarse sobre ella: solicitan que sus cenizas sean esparcidas sobre Mestalla. Así ocurrió hace un mes. Una familia pidió permiso al club para depositar los restos de un socio que decidió quedarse para siempre con sus ídolos. La entidad le concedió ubicación en el gol sur, donde suele atacar el Valencia en la primera mitad.

Otra cosa son las peticiones sexuales, de, todo tipo, que les llegan a diario a los jugadores, sobre todo de adolescentes. El joven delantero José Gálvez y el ruso Oleg Salenko son los más solicitados.

En el Madrid, Luis Enrique y Alfonso Pérez acaparan el protagonismo de las cartas que le llegan a Inocencio Arias, el director general. Suelen ser aficionadas que reclaman su presencia. "Cuando voy a las peñas detecto que ellos son los más admirados, y no sólo por su calidad futbolística". Al presidente Mendoza le llegan misivas de todo el mundo ofreciéndole consejo. Un aficionado de Caracas suele escribirle todos los lunes para comentar la jornada del domingo. Mendoza también recibe propuestas comerciales. La última: le quisieron vender un caballo.

En el Barcelona, el amor por el club lleva hasta quererlo practicar allí. Cuenta un sereno del Camp Nou que hasta una pareja utilizó en su día -sin éxito- su condición de socios del club como argumento para intentar hacer el amor en las instalaciones azulgranas. Otros solicitan celebrar bautizos o comuniones.

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