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Seducidos y abandonados

Cuando llega a su fin este siglo del nunca más, el mundo está permitiendo que el genocidio triunfe, sin ser detenido.Mientras la ciudad bosnia -y zona de seguridad de la ONU- de Bihac se derrumba ante el ataque serbio, los europeos y los norteamericanos, que buscan excusas para no mover un dedo, repiten su monótona letanía de que no se puede hacer nada.

Pero pasan por alto algunos hechos incómodos. En particular, que Bosnia-Herzegovina no era simplemente una causa musulmana, sino el país al que las Naciones Unidas, la Unión Europea y Estados Unidos reconocieron hace dos años y medio -y luego despojaron no sólo de toda protección, sino también del derecho a protegerse a sí mismo-.

Estos apologistas nos dicen que fueron los propios musulmanes los que se metieron en líos el mes pasado al lanzar una ofensiva y provocar la contraofensiva serbia.

Lo que no nos dicen es que Bihac ha estado sitiada durante más de dos años -y desde el mes de mayo sin recibir siquiera alimentos- y que la ofensiva del ejército bosnio fue un intento desesperado de romper el sitio.

El secretario de Defensa estadounidense, William Perry, afirma que para proteger Bosnia harían falta "cientos de miles de fuerzas de tierra", y la Administración de Clinton dice que "no puede intervenir en la guerra a favor de un bando determinado".

Sin embargo, los bosnios nunca han pedido a nadie tropas de tierra, sino únicamente la posibilidad de defenderse a sí mismos. Y, de hecho, al atar de manos a Bosnia frente a una fuerza militar brutal, todo el mundo ha intervenido en la guerra a favor de los serbios.

Lo que el equipo de control de daños del presidente Clinton intenta vender a la opinión pública como "colaboración con nuestros aliados" no es más que la conformidad con la estrategia europea de quedarse de brazos cruzados mientras Bosnia es obligada a capitular.

Todas las bienintencionadas resoluciones e iniciativas en nombre de la "unidad de la alianza y el grupo de contacto" -que incluye a Rusia, principal aliado de los serbios- han demostrado ser el escaparate de una colección de fracasos.

La lista de estos fracasos es larga. En primer lugar, las zonas de seguridad no fueron ideadas por los bosnios, sino por la comunidad internacional, y podemos ver lo seguras que son. Bihac, Sarajevo y Tuzla son atacadas continuamente, y Gorazde, Zepa y Srebrenica no son más que guetos musulmanes a merced de las fuerzas serbias que impiden sistemáticamente que les llegue la ayuda humanitaria.

Cuando el comandante de las Naciones Unidas en Bosnia, el general de división Michael Rose, del Reino Unido, supuestamente impide los ataques aéreos de la OTAN, ordenando a sus exploradores que no dirijan los aviones hacia sus objetivos; cuando Yasushi Akashi, el máximo oficial de las Naciones Unidas en los Balcanes, se reúne con el presidente Slobodan Milosevic de Serbia para anunciar "iniciativas de paz" que no existen, entonces vemos lo seguras que son las zonas de seguridad de la ONU.

En segundo lugar, el plan de Clinton de levantar el embargo de armas al ejército bosnio y de usar los ataques aéreos, anunciado el mes de mayo de 1993, fue bloqueado por los europeos. Desde entonces, la Administración ha cedido ante los argumentos de que tal acción pondría en peligro el proceso de paz y a sus tropas en el terreno y provocaría una escalada de los combates.

Hay que ser muy cínico para decir a los bosnios que no se les puede proteger porque eso pondría en peligro a los que fueron enviados para protegerles (y fracasaron). Ya ha pasado la hora de preocuparse por el proceso de paz, que está muerto.

Y resulta perverso temer una escalada de la guerra. ¿Es una escalada el que las víctimas de un genocidio tengan una oportunidad de defenderse?

En tercer lugar, la zona de exclusión de artillería pesada en torno a Sarajevo se ha convertido en algo tan ridículo que, en las últimas semanas, las fuerzas serbias han estado alcanzando con sus proyectiles incluso a la Embajada estadounidense, situada en el Holiday Inn de Sarajevo.

En cuarto lugar, lo que se anunció en Julio como la última oferta, de "o lo tomas o lo dejas", que el grupo de contacto proponía a Bosnia, fue aceptada a regañadientes por el Gobierno bosnio y rechazada arrogantemente por los serbios de Bosnia.

Por lo que parece, en vez de castigar a los que se negaron a cooperar, el grupo de contacto ha decidido recompensarlos con más de: lo que fue propuesto en un principio.

¿Es éste el final de la guerra, como han sugerido quienes no quieren hacer nada y desean acelerar una solución definitiva para Bosma? No lo creo.

Kemal Kurspahic fue director del diario de Sarajevo Oslobodenje durante los dos primeros años del asedio a esa ciudad; actualmente está en la Universidad de Harvard.

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