Guy Debord, fundador de la Internacional Situacionista
Lector del joven Marx, de Hegel y Clausewitz, a Guy Debord quisieron recuperarle para "la causa" comunistas de todo pelaje, anarquistas de todas las tendencias e izquierdistas en general. Imposible. Debord también leía a Jorge Manrique, Baltasar Gracián y François Villon, y, sobre todo, bebía. Bebía hasta el punto que él mismo se preguntaba en uno de sus escritos cómo era posible que "nadie se haya servido de mis borracheras como argumento, ni que sea implícito, en contra de mis ideas escandalosas".Guy Debord tenía 62 años cuando el pasado miércoles optó por suicidarse. Vivía desde hacía tiempo en un pueblecito de la Auvergne, la región menos poblada de Francia. Él había nacido, "virtualmente arruinado", en París, en 1921. En 1952 realizó su primer filme, y en 1957, en Italia, junto con varios artistas, creó la Internacional Situacionista, un movimiento de crítica radical de la que él definía como "sociedad del espectáculo". Especializados en el insulto, eligen 540 objetivos, entre ellos "el incalificable" Sartre o, ese "pobre nazi" de Martin Heidegger. Se apropian de imágenes y textos de otros autores "desvían" su sentido original.
Para Debord, "el espectáculo no es un conjunto de imágenes, sino una relación social entre personas mediatizada por las imágenes". Entre 1966 y 1968 la Internacional vive sus horas de gloria, pero Debord, incluso cuando llega el mítico Mayo, se negará a liderar movimiento alguno: "No se contesta realmente una organización de la existencia sin contestar a su vez todas las formas de lenguaje que corresponden a esa organización".
El texto más famoso de Debord es La sociedad del espectáculo, publicado en 1967 y reeditado por Gallimard en 1992, un texto que pasa por ser la más feroz crítica "del reino irresponsable de la mercancía y de los métodos de los Gobiernos modernos". Iluminado, humorista y escéptico, a Debord le irritaba sobremanera que le creyeran próximo al maoísmo, máxime en su versión parisiense. Él era en realidad un nihilista que mezclaba con talento facundia, alcoholismo y cultura, y decía de sí mismo que "era hermoso haber contribuido a poner el mundo en bancarrota", sin duda porque no esperaba otra cosa del progreso que la extensión de la infelicidad universal.
Finalmente, aunque Debord pasa por ser un pensador y un teórico, un individuo al que le sacaba de quicio que la política anduviese separada de la cultura, y ésta de la pornografía, y ésta del amor, y éste del dinero, y así hasta el infinito, puede que su principal cualidad o mérito haya sido encarnar la mejor versión contemporánea conocida del artista y del arte según Duchamp.-
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