El 'teleconsuelo', moda de los programas familiares
Una de las últimas perversiones del 'reality show' es dramatizar hechos reales con sus auténticos protagonistas
La televisión familiar en horario vespertino está fabricada para amas, de casa que quitan la mesa y pasan la tarde cosiendo, abueletes que sienten caer la tarde al amparo del televisor, niños que llegan de la escuela a tiempo de combinar el pan con nocilla Con un debate familiar de carácter superficial, antes de que les manden a hacer los deberes. Atmósferas grises y ambientes clase media-baja son los que pintan los programadores de las diferentes cadenas en los hogares españoles. Ése parece su target. Consecuentemente, todos aspiran a crear su Elena Francis televisiva. Se les ve el plumero, lleno de pelusas hogareñas.Con el postre aún en la boca, María José Sáez nos va pasando las páginas de La vida alrededor, un magazine de Tele 5 con rancio sabor a Pronto o Teleindiscreta. De estética opusina y resultado plano y profundamente banal, el prograrna apuesta por una de las últimas perversiones del reality show: la dramatización de hechos reales con la participación de sus auténticos protagonistas. Sufrir dos veces, la segunda de mentira.
Así, una madre revive dramáticamente -en varios sentidos- la tragedia que supuso la muerte clínica de su hijo por supuesta negligencia médica. Otra dramatización, ésta con actores, muestra el problema de aquellas mujeres que han sufrido la prohibición, por parte de sus maridos, de trabajar fuera del hogar: de potenciarse como personas; de lanzarse a vivir algo que no esté circunstrito a la casa y sus diversas faenas. Se piden llamadas y llueven los casos de mujeres a las que les pasa o ha pasado lo mismo. A todas se les ofrecen soluciones de feminismo blando. Es Teleconsuelo.
Surcan la pequeña pantalla temas, que, de improviso, explotarán después sin venir a cuento en las bocas de muchas madres: "Pues ayer dijeron en la tele que, si no comes, es que estás esquizofrénico". O bien: "Me he enterado que el no lavarse es cosa genética".
En la autonómica Telemadrid, El programa de Ana trata de descifrar las auténticas' claves de una cuestión del todo candente, parece ser, en muchos hogares españoles: "Mi hijo es un guarro". ¿El guarro nace o se hace? ¿Qué hacer ante el olor que desprenden? ¿Su voluntad de suciedad desaparecerá cuando tengan novia? ¿Su negativa ante el agua y el jabón es producto de la inhibición del padre en 1 -a educación de los hijos? Todo ello con los argumentos de madres -víctimas- e -cochinos culpables-.
María Laria, en TVE-1, sí carga las tintas en su programa Sin fronteras. Para ello se ayuda de su vehemencia escéníca latinoamericana, su imagen de reclamo de peluquería de señoras y su vestimenta oscura. El tema escogido para la tertulia es de bigote: "Mi hijo es un esquizofrénico".
El estudio está lleno de gente que contempla y escucha, en me dio de un silencio respetuoso, el testimonio de padres e hijos a los que eso tan cambiante y traidor de "la realidad" les ha llegado trastocado. La tragedia de los que oyen voces, lo mal que están vistos socialmente, la siempre imprecisa psiquiatría, la ruptura de equilibrios emocionales, familiares, vitales. Lo duro que resulta padecer esa reconocible locura y lo no menos terrible que es con templar cómo le sucede a un ser querido.
Todo ello es compartido en una especie de ambiente de terapia de grupo. Ella, María Laria, pide un aplauso para alguien que lo ha afrontado con valentía. Más consuelo a través de la pequeña pantalla. ¿Servirá para algo este merendar, tratando de desterrar tabúes?
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