El mejor escaparate de Benetton
J. M. HERMOSOEl rostro de Michael Schumacher refleja todo el colorido que vende su patrón, Benetton. El alemán es la personificación de la juventud, el dinamismo y las ansias de triunfo. No tenía todavía cuatro años y ya conducía un kart por la pista que regentaba su padre. Ganó el campeonato alemán a los 15 años y en 1985 fue segundo en el mundial.
Schumacher comenzó a pilotar monoplazas en la fórmula König alemana. Los éxitos (ganó 10 de 11 carreras) le apartaron de las aulas. Prefirió el taller mecánico del concesionario Volkswagen de Hürt-Hermulmülheim, cerca de Francfort. Compitió en la Ford y consiguió el segundo puesto en el campeonato europeo y el sexto en el alemán, hasta que en 1989 ascendió a la F-3, competición en la que sólo fue superado por Karl Wendlinger.
Pasó por el equipo júnior de Mercedes, que participaba en el Mundial de Sport Prototipos en 1990; formó pareja precisamente con Wendlinger y ganó la carrera disputada en México. También se impuso en la carrera de F-3 del Monte Fuji, en Japón.
En 1991 continuó inicialmente con Mercedes, para debutar después en la fórmula 3000 y posteriormente en la fórmula 1 al volante de un Jordan en el Gran Premio de Bélgica. La llegada de Schumacher al gran circo estuvo acompañada de la polémica, puesto que sólo disputó una carrera con el equipo irlandés. Flavio Briatore le fichó para Benetton ante la perplejidad de los responsables de Jordan, con quien el piloto alemán todavía no había firmado el contrato definitivo pese a su estreno.
Schumacher formó equipo con el tricampeón del mundo Nelson Piquet (Brasil). El alemán llegó a superar al brasileño en algunos entrenamientos, pero la falta de experiencia le pasó factura en algunas carreras. El saldo de su primera temporada en la fórmula 1 fue de cuatro puntos en seis carreras, cifras que le colocaron en el puesto número 12 de la clasificación final.
La primera victoria de Schumacher se produjo en el Gran Premio de Bélgica de 1992, justamente un año después de su debut en la misma pista. El piloto alemán acabó el año en el tercer lugar de la general, con 52 puntos, después de subir al podio en siete ocasiones. La temporada pasada, en cambio, sumó los mismos puntos (52), pero perdió un puesto (fue cuarto). Ganó en Portugal y totalizó ocho podios.
Schumacher ha basado buena parte de su éxito en la preparación física, a la que dedica una especial atención durante el invierno. Es también un piloto muy rápido, seguro y, al mismo tiempo, temperamental. Incluso se le compara ya al brasileño Ayrton Senna. Sus conocimientos de la mecánica y sus capacidad para poner el coche a punto han sido otras bazas decisivas en la consecución de los triunfos.
Tiene talento y está rodeado de un equipo que cree en él. La polémica, en cualquier caso, le ha perseguido a lo largo de todo el campeonato del mundo, y de no haber sido por algunas actuaciones irregulares en el Reino Unido y un fallo de su equipo en Bélgica, se habría proclamado campeón mucho antes.
El carácter altivo le ha perjudicado en sus relaciones con el circo. y, especialmente, con los periodistas alemanes. "¿Qué hará ahora que es campeón del mundo?", se preguntan muchos refiriéndose a las actitudes engreídas del piloto.
Schumacher cuida su imagen hasta llegar a desesperar a quienes le rodean. Últimamente ha trascendido, por ejemplo, que solicitó hasta cuatro indumentarias de piloto distintas, y ninguna de ellas le gustó porque apreciaba arrugas en algunos pliegues.
"Si no fuese tan rápido, le iba a aguantar otro", coincidieron en afirmar algunos miembros de su propio equipo. El título, sin embargo, serenó los ánimos y Schumacher ofreció en Adelaida un rostro humano y solidario. Felicitó a Hill y anunció que viajará a la tumba de Senna en Brasil para ofrecerle el título.
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