La hierba casera da alas al Fuenlabrada

Los efectos de la hierba operan milagros en los equipos madrileños. Cuando estrenan campo de césped, se crecen, vuelan. Así ocurrió con el Sanse a principios de temporada, y ayer, el Fuenla no quiso ser menos.El vertiginoso ritmo que imprimieron al partido los jugadores fuenlabreños fue la clave. Los tacos de sus botas se convirtieron en alas al entrar en contacto con el mullidito y reluciente césped. Los canarios del Corralejo asistieron mareados al impresionante despliegue de galopadas y desdoblamientos por la banda, al festival de carreras siempre verticales. El Fuenla no dio tregua, siempre quiso más y cuajó un partido redondo. La cola de la tabla ya queda bastante lejos.El partido tardó en arrancar. Los jugadores de José María Martínez dominaron la primera mitad, pero todos sus ataques acababan muriendo en la línea de fondo, la meta quedaba a salvo. Hasta que Peces se puso bravo. Con temple y maestría consiguió el primer tanto, y a partir de ese momento se disparó. El primer disparo de los canarios llegó al minuto de producirse el gol. Pero lo que quería ser testimonio de afán de remontada quedó reducido a mera anécdota.

Con la segunda parte llegó la fiesta a la cancha. Calero, por la banda derecha, hizo estragos; Labella era el hombre-desmarque; y Peces, el causante de mareos y pérdidas de la noción del espacio en la zaga del Corralejo. Como buen ratón de área que es, el ex delantero del Leganés desplegó todo un catálogo de diabluras que dieron como resultado tres tantos. Consiguió dos directamente y provocó un penalti.

Las ansias por ganar y por gustar fueron las mayores virtudes del Fuenlabrada. A pesar de ir por delante en el marcador y, de tener resuelto el partido, no renunciaron ni por un momento al espectáculo. El asedio a la meta de Antonio durante la segunda parte fue continuo y las oportunidades de gol se sucedían. El Corralejos intentaba sacar el balón controlado, la línea medular local rentabilizaba su presión, lo robaba, y se disparaba el dispositivo de ataque.

El triunfo del Fuenla fue el de un equipo que juega alegremente, que quiere disfrutar en el campo y que pasa de ese tipo de corsés que tanto abundan en las categorías modestas. Velocidad, alegría y riesgo, algo poco común, fue lo que ofrecieron.