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La agonía de Agroman

La que fuera líder de las constructoras españolas lucha por su supervivencia

Gobernaba Primo de Rivera. El ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, José María Aguirre Gonzalo creó con José San Román en 1926 lo que un año después tomaría forma de sociedad anónima con el nombre de Agroman. Debuta construyendo uno de los muelles del Puerto de Bilbao. Hoy es difícil encontrar un solo rincón de España donde esta empresa no haya marcado su influencia bien en la configuración del paisaje, en las vías de comunicación, traída de aguas, edificios señeros o restauración de inmuebles. Construyó durante décadas hacia el cielo, pero se halla al borde del infierno. Siempre cerca de Banesto, que controla su capital desde julio de 1986, la empresa pasa su peor momento. Su nuevo equipo gestor acaba de anunciar "un plan de choque que consiste en cortar por lo sano por muy duro que resulte". El diagnóstico de los expertos es de "quiebra técnica".Agroman es la historia de una empresa que ha soportado todo tipo de crisis cíclicas en un sector irregular, pero que no ha soportado el cartel implícito de "se vende" durante los cinco años de la etapa de Mario Conde al frente de Banesto, dueño de la constructora. En esa etapa ha conocido negociaciones para su venta pero no ofertas concretas.Todos los aspirantes han ofrecido una peseta y han pedido una inyección a Banesto de unos 20.000 millones de pesetas para sanearla. Miraban la mercancía pero nadie se atrevió a pujar. Dragados, Ferrovial, Philips HoIzmann Trafalgar House y Bouygues, la pretendieron, según informó el antiguo equipo de dirección.

Las pérdidas de 11.000 millones en 1993 y las 9.000 que se prevén para 1994, la han llevado a la mesa del quirófano. El nuevo equipo de Banesto ha puesto al frente de la constructora a Juan Antonio Urquizu, en su día consejero de la empresa y experto en cirugía empresarial.

Urquizu no se inmutó ni un momento cuando hace una semana presentó el diagnóstico. Con un acento de vasco poco dado a la palabrería resumió la situación: "La empresa necesita un tratamiento de choque. Es la única forma de darla viabilidad". El plan era reducir el nominal de las acciones desde 750 pesetas a 10 pesetas, en dar por perdidos los recursos propios superiores a 12.000 millones de pesetas y ampliar capital por otros 12.600 millones de pesetas. Además, se desgajarán todos los activos que no sean de construcción y se reducirá en 500 personas la plantilla, de los 3.600 personas con las que cuenta actualmente, muy lejos de las 17.000 de las mejores épocas.

Cuando en junio de 1986 llega a ser consejero delegado de la empresa, Enrique de Aldama, su primer traba o es diseñar un plan de saneamiento para salvar la inminente suspensión de pagos por sus fuertes deudas y cargas financieras. En agosto de ese año Banesto aporta 17.000 millones para sanear la sociedad y a cambio toma el 71% del capital. El Banco Guipuzcoano, la familia Aguirre y los accionistas privados se reparten el resto. Banesto había concedido a esa fecha créditos a la constructora por 34.000 millones de pesetas.

El año 1987 supone el inicio de una nueva recuperación, lo que aprovecha Aldama para colocar en Bolsa un 30% del capital y dar liquidez al valor. La contratación de obra crece y los resultados. Se colocan en las bolsas de Madrid y Barcelona 2,2 millones de acciones por un total de 7.000 millones de pesetas y Banesto sigue con el control.

La llegada de Conde a Banesto a finales de 1987 provoca el nombramiento de Luis Ducasse como presidente de la constructora en 1988. Desde el 1989 a 1991, se logran beneficios, aprovechando el boom constructor de la economía española. Son años en los que la empresa consigue buenos resultados aunque no logra resolver sus estructura finandiera. La burbuja contructora se desinfla en 1992 y los beneficios se caen hasta 450 millones. Después comienza la debacle que se prolonga en 1994.

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