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BALONCESTO LIGA EUROPEA

Más estrellas, menos meteoritos

El baloncesto europeo busca un inquilino más consistente que los últimos en un trono que ocupa el 7UP Joventut

Robert Álvarez

Surgen de la bruma, rompen las previsiones y el pecho de los equipos más hinchados y se desvanecen por falta de recursos, de posibilidad de competir o, simplemente, de consistencia. Y así lleva el baloncesto europeo tres años: 1992 (Partizan de Belgrado),1993 (Limoges) y 1994 (7UP Joventut). Desde que se desintegró el Jugoplastika, que sumó tres títulos consecutivos desde 1989 a 1991, se desvaneció la última gran referencia. No existen en el baloncesto equipos que marquen el paso a nivel europeo como sucede en el fútbol.La desorientación pervive debido a los vaivenes de los que poseen mejores referencias. El Barcelona no se clasificó siquiera para disputar la Liga Europea en 1992, el Real Madrid fracasó en la final four de Atenas un año después y la pasada temporada fue el Limoges el que no estuvo entre, los cuatro mejores. ¿Qué decir de los equipos italianos? Los datos revelan su crisis: sólo dos de ellos (Milan y Treviso), y con paupérrimos resultados, han estado entre los 12 participantes de las últimas tres ediciones de la final four.

La prohibición de participar impuesta a los clubes serbios -que posiblemente será levantada el año próximo- y la falta de recursos económicos de otros países del este restan alternativas a los clubes mediterráneos.

La emigración de grandes figuras a la NBA cierra un círculo vicioso que devalúa una competición todavía constreñida por los intereses de las federaciones y ligas profesionales de cada país, celosas del mantenimiento de sus mejores clubes en las competiciones domésticas. Los aficionados echan de menos un banderín de enganche, un equipo como el Jugoplastika, inolvidable por su calidad y representante del buen gusto por el baloncesto.

Los mismos. Así las cosas llega una Liga Europea que repite muchos protagonistas: 12 de los 16 que participan en las liguillas de octavos de final ya lo hicieron el año pasado. El Liubliana debuta, el TSKA de Moscú recuerda tiempos lejanos y el Scavolini de Pesaro y el Maccabi de Tel Aviv se reincorporan tras fugaces desapariciones. Todos ellos, curiosamente, han sido incluidos en el mismo grupo, el A, en el que también está el Real Madrid. Los ocho equipos del grupo B ya participaron el año pasado.

La tradición. El mejor hilo conductor de la Liga Europea está en los banquillos. Al margen de que seis de los últimos 10 campeones de Europa han sido croatas y serbios (Cibona de Zagreb en 1985 y 1986; Jugoplastika de Split en 19 891 1990 y 199 1, y Partizan de Belgrado en 1992), los dos últimos, el Limoges y el Joventut, estaban dirigidos por técnicos serbios, Bozidar Maljkovic y Zeljko Obradovic, respectivamente.

Las figuras. Sabonis, Danilovic, Galis, Volkov, Paspalj, Harnisch, Welp. Prácticamente los mismos de los últimos años. La puesta en escena de, Middleton por el Barcelona puede ser una de las novedades más interesantes en una relación que contiene pocas novedades de relieve. Los equipos griegos han intercambiado jugadores, Volkov ha pasado del Panathinaikos al Olympiakos, mientras que Paspalj ha recorrido el camino inverso, y han incorporado a figuras interesantes, como el alero Eddie Johnson (Olympiakos), de 35 años y ex miembro del Charlotte Hornets, pero también han perdido alguna figura, como Roy Tarpley, que ha regresado a la NBA. En el Limoges, además del cañonero Michael Young, ya bien conocido por sus brillantes campanas en el equipo francés y por su fugaz paso por Valladolid, se alinea el estadounidense Tim Kempton, un pívot de 30 años, 2,08 metros y 120 kilos. En el Scavolini es interesante la presencia del base prodecente del New York Knikcs Corey Gaines, que forma pareja con el pívot Dean Garret. Son destacables también el base Chris Corchiani (Efes Pilsen), el pívot Joe Binion (Bolonia), el alero Antonello Riva (Scavolini), el serbio Zoran Savic (PAOK Salónica) y algunos jugadores de menos renombre pero de gran categoría, como Horvat y Hauptman (Liubliana), Rimac y Zuric (Cibona).

El Sistema. Está será la penúltima edición con el actual formato. No es que después varíe sustancialmente el sistema de competición, pero sí el número de participantes, ya que a partir de 1996 serán 26 los equipos en liza. La clasificación de los equipos españoles en las dos temporadas venideras será crucial para ganarse un mayor número de representantes en la Liga Europea. Por el momento, la clasificación por países se encuentra de la siguiente forma: 1. Grecia, 352 puntos; 2. España, 340; 3. Italia, 203; 4. Francia, 103. 5. Turquía, 73. Este año España y Grecia son los únicos países que tienen tres representantes en la Liga Europea gracias a que cada ambos países coparon la pasada edición de la final four.

Los españoles. El Joventut defiende el título, pero a punto estuvo d ser eliminado a la primera de cambio, por el Broceni de Riga. No parece el cuadro badalonés en condiciones de llegar muy lejos. Tiene jugadores de indudable calidad y experiencia, como los Jofresa, Villacampa o Smith, pero los ajustes económicos le han hecho perder jugadores de gran rango, como Ferran o sus extranjeros. El Madrid sigue con el mismo bloque del último año, o lo que es lo mismo, un equipo capaz de lo mejor y de lo peor. Obradovic, fichado por su experiencia con el Partizan y el Joventut, con los que ganó contra pronóstico dos ligas europeas, intenta dotarle de un estilo menos vistoso pero más efectivo y que le ofrezca mejores respuestas en los momentos decisivos. El Barcelona intenta un nuevo asalto a un torneo que nunca ha ganado con un equipo con mayor caudal ofensivo y mayores posibilidades tácticas que en ediciones precedentes .

La audiencia. El número de espectadores pasó de 954.400 en la temporada 1989-1990 a 1.700.960 en la última, y de ellos 800.000 exclusivamente en la Liga Europea, lo cual significa un promedio de 4.500 espectadores por partido. La final four de Tel Aviv fue retransmitida en directo por 17 cadenas de televisión y los derechos fueron vendidos a 65 países.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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