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Sombreros para chorlitos

Candela Cort presenta sus gorros y collares en el Círculo de Bellas Artes

Amelia Castilla

La sala Goya del Círculo de Bellas Artes se convirtió ayer por la tarde en el escenario de un desfile de sombreros improvisado. Había chambergos, cordobeses de copa alta, de medio queso, de tres picos y hasta de teja. Los lucían los invitados de Candela Cort, que ayer inauguraba exposición. Sus Cabezas de chorlito, 50 sombreros, colocados sobre maniquíes o prendidos en la pared, también coronoban los cráneos de los visitantes de la muestra.Empezó por casualidad, como casi todo en su vida. Candela Cort, de 35 años, realizó su primera exposición de sombreros en 1987 porque una casualidad hizo que visitara su taller un decorador, que fue el que la animó a presentar en público su colección de botones, sus sombreros realizados a base de abrir ojales a las radiografías y los collares fabricados con restos de medias pintadas con purpurina. "Adornan la cabeza a quien los lleva y el paisaje a quien los mira. Ocupan un territorio vacío y lleno a la vez. Son como un campo de fuerza", asegura la diseñadora en el cuidado catálogo de la exposición.

El martes, mientras daba los últimos toques a Cabezas de chorlito, Candela explicaba que utiliza lo que ve y hace que funcione. Esta sombrerera, que acabó la carrera de Bellas Artes, se define a sí misma como una chica muy habilidosa para los trabajos manuales, lo mismo para poner un enchufe que para coser un botón. "Siempre me ha gustado hacer cosas en mi casa", dice. Un poco de cartón arrugado, papel fotográfico, alambre de latón, cristales y telas bordadas... Todo lo que encuentra por casa está en los 40 sombreros que adornan las cabezas de maniquí que forman la exposición. Y lo mismo con la colección de collares elaborados con materiales tan sibaritas como terciopelo, seda o lágrimas rescatadas de lámparas antiguas.

La muestra recoge desde pamelas llenas 'de ventanitas hasta casquetes de papel dorado y bonetes futuristas realizados con material plástico, de ese que permite una visión perfecta al que lo lleva, pero que oculta los ojos al contrario. Candela define así su proceso creativo: "Nunca parto de un diseño o de una idea preconcebida. Me dejo llevar por un acto intuitivo. Empiezo a pegar, a cortar... y me deslumbro a mí misma. A veces se me apanteran y no hay quien les pare los pies. Hacen su vida".

Candela, que compagina el diseño y la creación de ornamentos con la fotografía, reconoce que los sombrereros tienen poco mercado. Muy pocos se atreven a ponerse una radiografía o un trozo de panty en la cabeza", asegura. "Además, yo no oculto nada. Todo el mecanismo queda a la vista. No soy de esas que esconden la puntada". Ella misma, que se reconoce como una mujer vergonzosa, se lo piensa antes de salir por Madrid tocada con un buen sombrero de ala. "Cuando estoy en otra ciudad me da lo mismo, pero es aquí donde me da un poco de corte lucirlo. Y es que no hay nada más horrible que escuchar a quien camina- detrás tuyo decir: , pero qué lleva ésa' al referirse al precioso sombrero que acabas de ponerte".

Además de preparar exposiciones -Cabezas de chorlito está dedicada a su hija Manuela, de 5 años-, Candela ha realizado sombreros para la película de Gerardo Vera Una mujer bajo la lluvia y para la coreografía Ora, non labora, de Denisse Perdikiris. No tiene tienda ni sus diseños se venden en otro sitio que no sea su estudio de la calle de Modesto Lafuente. Lo suyo es para quitarse el sombrero.

Cabezas de chorlito, hasta el 6 de noviembre, en el Círculo Bellas Artes, en Marqués de Casa Riera, 2. Martes a viernes, de 17 a 21 horas. Sábados, de 11 a 14 y de 17 a 21 horas. Domingos, de 11 a 14. Teléfono 531 77 00.

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